Ana María demostró su pasión por el mundo imaginero a través de la dirección de las exposiciones “mirarán al que traspasaron: los crucificados en Cieza” en 2008, “Redemptoris Mater: Advocaciones marianas en Cieza” en el año 2009, “Un viaje al espíritu. Niños, ángeles y verdugos en la imaginería ciezana” hacia 2010, “La santidad de lo bello. Santos y mártires de la imaginería ciezana” un año después y, finalmente, “Ven y sígueme. Tesoros del arte sacro en Cieza. Imaginería y artes decorativos” en 2012. Nazarena de corazón, vivía su personal Pasión todo el año destilando un conocimiento profundo sobre la Semana Santa del Municipio.
Otra de las facetas fundamentales en su vida fue el trabajo llevado a cabo en la delegación local de la Asociación Española Contra el Cáncer, donde su testimonio, un ejemplo de lucha constante y optimismo, servía a numerosas personas aquejadas con la misma enfermedad: “Quiero ayudar a la gente para que no se sienta sola", explicaba hace tan solo unos meses en una entrevista para este mismo medio. Y es que Ana María desbordaba esa luz propia de las personas especiales, su único objetivo, dentro de la asociación ha sido el animar a esta gente a salir del ostracismo de lo que es la enfermedad. Tenía claro el importante valor que tenía salir de casa, abrirse al mundo y poder hablar de la enfermada: “Parece que no te entiende nadie pero nos apoyamos unas a otras, servimos como de muletas”, manifestó en ese mismo encuentro.
Ana María no solo fue una luchadora: era una mujer sensible, que profesaba un profundo amor a su pueblo y con un gusto especial por el arte, la gran pasión de su vida. Reconocemos que, en nuestra entrevista, nos sentimos traspasados por su voz, débil, pero a la vez con una fuerza que animaba a aprovechar cada instante. Se propuso transmitir a todo el mundo que debemos enfrentarnos a la vida desde la alegría, se lo propuso desde que la vida le dio ese varapalo de la enfermedad:“Tenía que seguir adelante y no mirándome a mí misma sino ayudando al que está al lado. Yo soy así.”, dijo y, casi como un dogma, concluyó asegurando que “Se puede ser feliz”.