El pasado día 8 de septiembre tuvo lugar la inauguración de la exposición titulada NEUMA`A de la artista ciezana Paulina Real en las salas del Museo de Belenes del Mundo de la localidad de Ojós. Esta exposición, presentada y expuesta durante el pasado mes de marzo en el Museo Siyâsa de nuestra ciudad, fue seleccionada por los responsables de nuestra Consejería de Cultura para participar en el “Plan de Espacios Expositivos” del Instituto de las Industrias Culturales y de las Artes (ICA), con la finalidad de poner en valor las salas de los diferentes municipios de Murcia.

El acto inaugural contó con la presencia de la Directora General del ICA, Marta López-Briones, junto con el Alcalde-Presidente de Ojós, Pablo Melgarejo, y la participación de José Emilio Palazón, director del MBM, así como de la artista Paulina Real y de Antonio León Mas, que ha realizado la dirección y documentación musical de la exposición.

La exposición se organiza en tres salas:

Sala 1: La alegría del agua.

Mural compuesto por una serie de 14 cuadros abstractos en escala de grises y blancos que se distribuyen sobre y alrededor de dos líneas: una roja (FA) y otra amarilla (DO), como se realizó inicialmente durante la Alta Edad Media, y conforme a la obra del teórico musical llamado Güido d,Arezzo. Esta serie refleja un breve fragmento de una melodía andalusí, “La alegría del agua”, del reputado compositor de música antigua Eduardo Paniagua. Se trata de una versión de una Nûba (composición típicamente andalusí), concretamente la San’a 5 del 2º movimiento (Qaymwanusf) de la Nûba al-Isbihân.

Sala 2: Serie Sangalense.

Esta sala recibe el nombre de un importante monasterio benedictino europeo situado en la ciudad de Saint Gall (Suiza), verdadero epicentro del saber durante la Edad Media y donde se conservan los más antiguos códices litúrgicos musicales cristianos con notación neumática gregoriana. Esta serie también es un homenaje al padre de Paulina, fallecido no hace mucho tiempo, que residió y trabajó en esta ciudad. Por otro lado, esta misma sala nos muestra una serie de cuadros, de menor tamaño, colocados en el interior de una recreación libre de una alacena islámica, originariamente localizada en la casa número 10 del “Museo Siyâsa” de Cieza.

Sala 3: La alegría de la primavera.

Se trata de un mural menor con la misma notación que en la sala 1 pero sin líneas, y en el que las alturas de las sonidos están reflejados a la inversa, recreando el efecto espejo que la luz produce sobre el agua de los estanques al reflejar los jardines y fachadas de los edificios y palacios de Al-Andalus. Los cuadros son más pequeños y coloristas.

Una de las grandes preocupaciones de los teóricos musicales de la Edad Media era la de inventar una notación musical correcta. Los cantos gregorianos se transmitían de forma oral. Esto requería una gran memoria de los cantantes y dificultaba la fijación de una misma melodía al texto. Es a partir del siglo IX cuando aparecen los primeros signos o neumas (posiblemente basados en los gestos de la mano para dirigir la música) encima de las palabras para indicar la línea melódica. Pronto surgió la necesidad de precisar mejor la altura de estos sonidos y así fue como un copista trazó una línea roja horizontal para representar la nota “fa y agrupó los neumas alrededor de ésta; posteriormente se añadió una segunda línea amarilla para señalar la nota “do”. Fue Güido d,Arezzo, monje benedictino italiano de principios de siglo XI, quién desarrolló el sistema de líneas (al principio con un tetragrama predecesor del actual pentagrama), puso nombre a las notas musicales utilizando la primera sílaba de cada uno de los versos del Himno a San Juan Bautista y desarrolló la mano guidoniana como sistema mnemotécnico que ayudaba a los cantantes a recordar y leer a primera vista. Estos neumas fueron transformándose y evolucionando, según escuelas y territorios, hasta dar lugar a la posterior notación cuadrada.

Casi mil años después retomamos la notación neumática, el nacimiento de la notación lineal cristiana occidental y la posterior notación cuadrada para fusionar y representar a través de la obra pictórica de Paulina Real un fragmento de la nuba Al Isbihân. La nuba fue la máxima expresión poético-musical de Al-Andalus que constaba de un grupo de canciones que se enlazaban unas con otras, en movimientos según una estructura rítmico-métrica, con un mismo color conformando su modalidad musical. Conforme se produce la reconquista cristiana, las escuelas musicales de Al-Ándalus desaparecen o se desplazan hacia el norte de África donde se asientan, evolucionan y perviven.

En esta exposición la obra pictórica de Paulina Real, reinterpreta, dando forma y color sobre el lienzo, una nueva visión de los neumas adiastemáticos medievales cristianos. Además, sitúa cada obra vertical a modo de nota cuadrada, a diferente altura sobre y alrededor de las líneas musicales (“fa” de color rojo y “do” de color amarillo), describiendo los primeros compases melódicos de la mencionada canción andalusí. Asimismo, el ancho del bastidor nos describe la duración de las notas. Todos estos elementos nos recrean una inmensa partitura sobre la pared que fusiona diferentes notaciones, culturas y maneras de expresar mediante la música una tierra común.

La muestra se podrá visitar hasta el día 29 de octubre.