Ana era una mujer especial, tan especial que tenía la presidencia honorífica de la Agrupación Socialista de Cieza. Comadrona del Asilo de Cieza en “la Esquina del Convento” y en el Sanatorio del Camino de Madrid. Allí hizo de su profesión, su compromiso de ayuda y servicio a Cieza. Junto a ella, nacieron las esperanzas que han construido Cieza hasta hoy.

Ana ha sido el reflejo del amor por lo que se hace, creer en mejorar hasta conseguirlo. Ella fue la mujer que dio representación en el gobierno a la mitad de una sociedad que, por primera vez, se veía en las instituciones. El Gobierno democrático de nuestra ciudad se hizo más amable con la entrada de una mujer fuerte, luchadora y ejemplar.

Ana fue inspiración para muchas generaciones que, vieron que las mujeres, también podían aspirar a más. Ana era incansable por los derechos de las mujeres, feminista sin saberlo, elocuaz y persistente.

Se nos ha ido una persona especial, tan especial que se va defendiendo los valores que han mantenido al PSOE vivo más de un siglo hasta el último momento presente entre nosotros y nosotras.

Dirigió el Hogar del Pensionista y en él trabajó para que aquellos que pasaron una vida de trabajo, vieran mundo, abrieran sus mentes y construyeran un sentido amplio de la vida... La compañera que se puso pantalones en un mundo que sólo conocía hombres. La comadrona que dio a luz valores invisibles, en un lejano tiempo, como la igualdad. Una pérdida que deja un mal sabor de boca por su marcha, pero un legado inmejorable por su trabajo.