Tal vez serviría de ayuda ponernos en la piel de otros y pensar: ¿qué votaríamos si fuésemos uno de los afectados por la hepatitis C? Cuidado, no vaya a ser que demos nuestro voto a un partido que no respete el derecho a la vida y terminemos siendo sus cómplices. ¿Qué votaríamos si fuésemos una de las familias arrojadas a la calle por un desahucio? Cuidado de nuevo, no vaya a ser que demos nuestro voto a un partido que no respeta el derecho a tener una vivienda digna y que se pone al lado del poderoso, dejando en el más absoluto desamparo al débil. ¿Qué votaríamos si fuésemos uno de tantos trabajadores que ha sido despedido, al amparo de una brutal reforma laboral hecha por y para los empresarios? Piensa, no vaya a ser que des tu voto a un partido que no defiende el derecho al trabajo.

¿Qué votaríamos si fuésemos un estudiante que ha tenido que abandonar sus estudios universitarios por no poder pagar su matrícula? Precaución, porque a lo mejor le das tu voto a un partido que no defiende la educación pública y ni siquiera el simple derecho a la educación. ¿Qué votaríamos si fuésemos uno de los enfermos que tiene que soportar largas listas de espera para ser atendido en la sanidad pública, colapsada por los recortes? Extrema las precauciones, porque a lo mejor le estás dando ese valiosísimo voto a un partido que tampoco respeta en absoluto la sanidad pública y que intenta hacer negocio con tu salud. ¿Qué votaríamos si fuésemos un pensionista que ha visto reducida su diminuta pensión como consecuencia del copago farmacéutico y trucos varios? Ten cuidado de no ser una vez más embaucado por la serpiente encantadora.

¿Qué votaríamos si fuésemos un discapacitado al que le han quitado o rebajado la ayuda a la dependencia? Ese partido al que votas debería defender y amparar el derecho a una vida digna, con los cuidados y asistencia necesarios. ¿Qué votaríamos si fuésemos uno de tantos estafados por las preferentes? Vigila que se trate de un partido que controla a los poderosos banqueros que piensan que han vuelto al Salvaje Oeste y que una vez más se ponga de parte del más fuerte.

En fin, las preguntas que debemos hacernos no acaban aquí, se me ocurren muchas más y seguro que a vosotros también; la lista es interminable pero hay que ponderar lo más importante y sobre todo que ese voto no os avergüence durante los cuatro próximos años, sino que sea un voto de esperanza, de ilusión para cambiar las cosas, para volver a confiar en personas buenas, con dignidad, con principios, que gobiernen para los ciudadanos y no para las grandes empresas.

Porque sí hay otro camino, porque SÍ se puede.