López Miras explicaba también cuál sería la consecuencia de este retroceso: el descalabro de la economía regional, que difícilmente podría recuperarse de su segundo confinamiento en poco tiempo.
¿Y por qué se expresaba así el presidente? Pues porque el mismo lo había visto, no ya solo en los medios de comunicación, sino paseando por la calle. Y es algo que todos los que vivimos en la Región hemos tenido la desgracia de contemplar. Como muestra, un botón: un diario local ha realizado una encuesta en la que se nos preguntaba a los habitantes de Cieza si creíamos que se cumplen en la ciudad las medidas establecidas para la desescalada. El 82% de quienes han respondido afirman que en absoluto. Solo un 18% cree que sí se cumplen. Y no es que Cieza sea especialmente incumplidora; como hemos podido ver en los medios de comunicación por toda España, allá donde se ha podido ascender a la fase 1 del proceso, las imágenes son similares.
López Miras puso el dedo en la llaga en estas declaraciones cuando afirmó, a continuación del aviso de riesgo de vuelta atrás, que “la mayor carga en esta nueva etapa va a depender de la responsabilidad y el civismo de cada uno”. Porque ahí está el quid de la cuestión. El levantamiento de parte de las prohibiciones y controles es en sí peligroso para el control de la pandemia, aunque útil para el arranque de la economía. Solo puede llevarse a cabo con éxito si los ciudadanos cumplimos a rajatabla las medidas de distanciamiento y contención que acompañan a esta fase 1. De lo contrario, como dice el presidente, volveremos atrás. Y ahí es donde parece estar fallando el proceso: en el cumplimiento de estas medidas.
Hay cosas que yo no entiendo. Ni yo ni muchas otras personas preocupadas por lo que estamos viviendo. No entiendo cómo no se respetan las distancias de seguridad. No entiendo por qué ese ansia de agrupamiento cuando se sabe a ciencia cierta que es peligroso. No me cabe en la cabeza que, a pesar de conocer los riesgos, muchas personas pongan por encima de ellos su santa voluntad de hacer, literalmente, lo que les venga en gana. No comprendo que alguien lleve una mascarilla en la mano, sin ponérsela. O la lleve bajada por debajo de la nariz. O simplemente diga que solo se la pone cuando le da la gana, porque le molesta. Y menos entiendo que cuando estas personas se infecten literalmente porque han incumplido las normas a sabiendas acudan a los servicios médicos a que les cuiden. Soy incapaz de comprender que alguien a quien se le dice que puede enfermar y contagiar a los demás se salte a la torera las medidas de protección destinadas precisamente a evitar el contagio, en la más estúpida de las inconsciencias.
¿Qué pasará si seguimos así? Pues me temo que nada bueno. La apelación a la responsabilidad y el civismo que ha hecho el presidente es no solo lógica, sino absolutamente necesaria. Aunque en la Región las medidas tomadas y el clima han permitido el nivel más bajo de infecciones y fallecimientos del país, todo ello puede saltar por los aires si no respetamos las normas. Porque aunque es cierto que la mayoría sí lo hacemos, la minoría que no lo hace es muy amplia, lo suficiente al menos para forzar una vuelta atrás que sería fatal para todos. Y si por las buenas no cambia el incivismo, habrá que imponerlo por la fuerza de las sanciones y las detenciones. Y es que no se puede tolerar que la actuación irresponsable de una minoría nos perjudique a todos.
Lo dicho: debemos ser responsables, debemos ser cívicos. Tiene toda la razón el presidente López Miras al decirlo. Y también le digo una cosa, señor presidente: si decide usted perseguir y castigar a quienes no lo son para evitar males mayores a la Región, tendrá usted también toda la razón, porque estará usted haciendo lo que es necesario para el bien de la comunidad.
