Como muchos de mis lectores y lectoras saben, desempeño mi labor profesional en uno de los institutos de secundaria de la localidad, el IES Los Albares. El centro está ubicado fuera del casco urbano de Cieza, lo que conlleva una serie de hándicaps para el mismo. Hándicaps que siempre se han intentado paliar ofreciendo un servicio educativo de primera categoría. Pero hay cosas que no dependen del centro, pero que sí le afectan considerablemente.
Una de las cuestiones que de forma constante se ha denunciado ante las autoridades municipales es la de la limpieza de la zona. Por si alguien se quiere apuntar a la queja, o aprovecharla, solo recordar que desde hace lustros, décadas incluso, se ha planteado al ayuntamiento de Cieza la cuestión, independientemente del color político de la corporación. Y lamentablemente, con el mismo resultado: nulo. La zona trasera del instituto, donde se ubica el aparcamiento que da servicio al centro educativo y al tanatorio, es un auténtico estercolero. Papeles, botellas, latas, preservativos, envases de comida y un sinfín de otros restos se acumulan día tras día sin que nadie se ocupe de limpiarlos. Son restos del botellón del fin de semana que unos jóvenes con poca urbanidad arrojan sin pudor y que, todos los lunes, han de soportar padres, alumnos y profesores que aparcan en la zona o entran al instituto a través de la puerta norte del mismo. Hasta tal punto se acumula la suciedad que cuando hace unas semanas la Unidad Militar de Emergencias ocupó la explanada con sus vehículos, quien esto escribe, y me consta que muchas otras personas también, sentimos vergüenza ajena ante el grado de suciedad y dejadez de la zona y la pésima imagen que de Cieza se ofrecía por ello.
Y fijaos que buena parte de la basura “cae” hacia dentro del instituto, dado que las vallas que lo delimitan son estructuras metálicas con vanos y que muchos simpáticos botelloneros tienen a bien arrojar sus desperdicios al interior. Pero en este caso el servicio de limpieza del centro, que lunes tras lunes se encuentra con el desaguisado, retira la basura y deja el lado interno de la valla como una patena; cosa que desde hace años no ocurre con el otro lado.
Han sido muchas las ocasiones a lo largo de los últimos quince años en las que la dirección del IES Los Albares se ha quejado de la situación y ha solicitado y rogado que se limpie la zona de manera regular. En alguna de ellas el consistorio ha ordenado la limpieza de la explanada de forma temporal, anecdótica diría yo, porque pronto dejó de realizarse. ¿Explicación? Que el contrato de la empresa de limpieza viaria no incluye esa zona. Al menos eso es lo que se nos ha dicho, aunque esa zona sea de titularidad municipal. Lo que me lleva a pensar que, a lo mejor, lo que ocurre es que falta interés por dar este servicio a la comunidad educativa del IES Los Albares, que es quien más sufre día tras día la suciedad acumulada. Porque no se me ocurre otra explicación. Y si existe, me gustaría conocerla. Pero por favor, que no nos digan lo de siempre, porque lo de siempre resulta ya no solo aburrido, sino hasta desesperante. Máxime cuando no solo es el IES Los Albares el que sufre el problema, sino que tanto el tanatorio de Cieza como la guardería Pepita Semitiel se ven igualmente afectados.
Desde siempre, desde el centro educativo se ha agradecido al ayuntamiento la posibilidad de utilizar la explanada como aparcamiento, dada la gran cantidad de vehículos del personal educativo y de servicios y de alumnos y padres que deben estacionar en la zona; cientos, sin exageración alguna. Pero el hecho de que no se atienda después a la limpieza de la misma supone un grave problema incluso de salubridad, dada la naturaleza de los restos que componen la basura que se arroja allí.
Y eso que adecentar la zona beneficiaría mucho la imagen de nuestro pueblo, máxime cuando se utiliza en muchas ocasiones como aparcamiento disuasorio para quienes visitan la localidad o, más recientemente, para las personas que acudían a vacunarse al polideportivo Mariano Rojas. Porque, tal y como está ahora, mejor sería ocultarla a la vista pública, en especial a los forasteros. Y ya que estamos, no estaría de más que se asfaltase y urbanizase la zona, evitando así que se inunde como ocurre cuando llueve.
En fin, quizás pida demasiado, pero creo que no pido (ni yo ni quienes sufrimos la situación) nada que no sea lógico ni excesivo. Ojalá se nos haga caso.
