Lo malo es que en España no seguimos muchas veces nuestros propios refranes. Y eso que se trata de perlas de la sabiduría popular, la más democrática de las sabidurías. Pero como aquí opinamos de lo divino y de lo humano sin rubor ninguno y sin tener muchas veces ni idea de lo que hablamos, no debe extrañarnos que nuestros políticos hagan otro tanto.
Tal es el caso del señor Casado con algunas de sus últimas declaraciones. En especial las que tuvo a bien pronunciar con motivo de la fiesta nacional del pasado 12 de octubre. Palabras y frases que no sé de dónde habrá sacado, porque él es demasiado joven para haberlas oído en su contexto, pero que los españolitos de más edad sí que escuchamos machaconamente y hasta la saciedad cuando eran la verdad histórica oficial de la dictadura del general Franco.
El señor Casado venía a decir que el planeta Tierra y la humanidad entera tenían mucha suerte de que España hubiera existido, porque España (la nación más antigua de Europa, según algunos líderes políticos y él mismo) descubrió el mundo entero y dio a la historia del ser humano sus más altas cotas de civilización. Yo soy español y me sentiría muy orgulloso de que esto fuera así de cierto, pero me temo que tal vez la propaganda exagera un poco.
En primer lugar España no es la nación más antigua de Europa. Ni por asomo, vamos. L a pretendida unidad política y territorial (o sea, el nacimiento de nuestro país) que algunos afirman que se produjo con los Reyes Católicos no fue tal. Los reinos peninsulares (o “Las Españas”, como se les llamaba entonces) sólo compartían a los reyes, pero ni siquiera Isabel era reina de Aragón o Fernando lo era de Castilla; simplemente eran reyes consortes. En realidad cada reino (Castilla, Aragón, Navarra) tenía sus propias leyes, sus propios parlamentos, sus propias monedas, sus propias lenguas y sus fronteras y aduanas con los demás. Y no sólo esto: estos reinos tenían a su vez otros reinos dentro de ellos, como es el caso de Aragón con cuatro reinos prácticamente independientes entre sí, con el único nexo de unión real en la figura del monarca. Y lo mismo pasaba en Castilla, donde los señoríos vascos sólo tenían en común con el resto del reino al propio rey.
Y esto no cambió de forma sustancial hasta la Guerra de Sucesión a principios del siglo XVIII. Sólo entonces se impuso a los reinos de la Corona de Aragón (Aragón, Valencia, Cataluña y Baleares) las leyes, la fiscalidad y el idioma de Castilla. Fue en ese momento cuando pudo por fin empezar a hablarse de España, aunque teniendo en cuenta que aún existían territorios (Navarra, País Vasco) con leyes diferentes a las del país y aduanas con el resto del estado. Y esto no cambiaría hasta finales del siglo XIX, momento en el que la unificación es ya total. Mientras tanto Francia, Rusia o Gran Bretaña llevaban ya varios siglos de existencia. O sea, que no; que no somos la nación más antigua de Europa.
Y en cuanto a lo de la ideología imperial, Casado afirma que ningún otro país ni civilización en el mundo puede presumir de haber descubierto un nuevo continente y haber abierto el planeta a los demás con sus exploraciones. Es cierto que España tuvo una importancia capital en la apertura de nuevos horizontes a la Europa de la Edad Moderna. Pero no es menos cierto que nuestros primeros descubrimientos siguieron la estela de lo que ya habían hecho los portugueses, cuyo dominio de los mares en aquel momento obligó a los exploradores españoles a dirigirse al oeste y toparse, por casualidad, con América. Por no hablar de cómo el señor Casado afirmó sin ambages que la expedición de Colón fue un ejemplo de lo que la empresa privada puede hacer; sin duda olvida (nunca pensaría que lo desconoce, líbreme Dios) que Colón ofreció primero el proyecto al rey de Portugal, quien lo rechazó, y después a los Reyes Católicos. Es decir, al estado. De hecho la reina Isabel empeñó varias de sus joyas (dinero público en aquella época) para financiar una expedición buena parte de cuyos integrantes habían sido amnistiados (por el estado) de sus penas de cárcel.
Y debe olvidar también el señor Casado que tras el descubrimiento vino una conquista en la que los muertos se contaron por millones, menos de los que dice la leyenda negra pero millones al fin y al cabo, siendo exterminadas etnias enteras y obligados los supervivientes a profesar una nueva fe y a convertirse casi en esclavos de sus nuevos amos españoles. Aun así, no fue la nuestra la colonización (que de eso se trató) más brutal en esta época. Y si no que se lo pregunten a las víctimas del colonialismo francés y, sobre todo, británico.
Y en cuanto a que todos los grandes logros de la civilización los debe la humanidad a España mire usted, señor Casado: ya querría yo que así fuera, pero no. Y le digo más: esa misma frase que usted dice la dijo en su tiempo, no hace mucho, un personaje de infausto recuerdo que afirmaba que todos los grandes avances del ser humano se debían en exclusiva al genio alemán. Cuidado con los frases, que las carga el diablo. Y como guinda del pastel, he de decirle que la historia de la humanidad, sus logros y fracasos, es la historia de todos los seres humanos y todos los que existieron y los países en los que vivieron contribuyeron a ella, en función de su tamaño e importancia. Y yo me pregunto: ¿por qué si considera nuestra cultura madre de todas las culturas, nuestra historia el inicio de la historia mundial, por qué, digo yo, utiliza tantas palabras en inglés en sus charlas y discursos olvidando que el castellano es una de las lenguas más ricas y perfectas del mundo?
Pues eso, velocidad y tocino no son lo mismo. Y eso lo sabe cualquier persona que tenga estudios. O títulos. O los dos.
