Sin embargo y a través de los medios afines, que son más el boletín oficioso del gobierno y el partido que lo detenta que el propio BORM, se hizo creer a la población que no había nada decidido, que todo estaba en el aire, que el enorme impacto (incluso a nivel nacional) que entregar a la ultraderecha por primera vez una consejería, y más de este calado, podía hacer repensar al gobierno regional esta trascendental decisión.
Una trama bien urdida, sin duda. Con los tiempos medidos y aprovechando además los días vacacionales de Semana Santa para que la información (en especial en los medios afines) pase de la primera plana a las páginas interiores, para que sea menos evidente.
Et voilà! El último acto de la destrucción de la educación pública y de calidad en la Región de Murcia ha dado comienzo. Dando ejemplo de saber hacer como nadie lo que después ellos critican en los demás, los gobernantes de nuestra Región, expertos en adoctrinamiento y en apoyar incondicionalmente a quienes más y mejor adoctrinan, han dado la joya de la corona de la administración murciana a quienes, lisa y llanamente, quieren cargársela. La Consejería de Educación y Cultura es sin duda la de mayor tamaño en cuanto a personal, una de las mayores en cuanto a recursos y, en realidad, la que puede hacer de esta Región mucho más de lo que es hoy en día o plantar las semillas de su hundimiento. Y de ella depende el futuro de nuestros hijos, el nuestro y el de nuestra Región.
¿Cuál es el balance de la actuación del actual gobierno regional en el ámbito educativo? Muy simple: los peores resultados de España y los mayores porcentajes de privatización del sistema educativo de nuestro país. Es decir, el desmantelamiento progresivo de la educación pública y unas tasas de inversión educativa que se sitúan en los últimos puestos nacionales. Las cifras cantan y son claras. Demasiado claras. Pero no solo el gobierno regional no ha hecho prácticamente nada al respecto, sino más bien todo lo contrario. Y ahora, la puntilla final.
Una puntilla en la que casi todos los sectores implicados (incluidos muchos miembros destacados del partido del gobierno) coinciden. Entregar a la ultraderecha la Consejería de Educación y Cultura, máxime cuando se conoce el programa que esta aspira a aplicar, es firmar su sentencia de muerte. De hecho este programa es muy simple: implantar el pin parental, pero solo en una dirección (para todo aquello que no comulgue con los postulados ultraderechistas), reducir la red educativa pública a una dimensión testimonial, de mínima calidad y de tipo asistencial (para los sectores más desfavorecidos de la sociedad), aumentar hasta el máximo posible los conciertos y la privatización e implantar el llamado cheque escolar, por el que los padres pagarían al menos una parte de la educación de sus hijos, siendo naturalmente de mayor calidad la que resultase más cara. El objetivo final: controlar ideológicamente la educación, garantizar la mejor a las clases superiores e implantar un sistema profundamente desigualitario y adoctrinador para formar generaciones de alumnos y alumnas adeptos al pensamiento ultraconservador, que desprecia las libertades, las diferencias y la cultura.
Y que no intenten convencernos de lo contrario. ¿Por qué, si no, tanto empeño por parte del Partido Popular de la Región de Murcia en esconder, incluso a los suyos, esta venta a saldo de la educación y la cultura murcianas? Tiene el gobierno regional y el partido que los sustenta el “inmenso” honor de ser el primero en blanquear, ya de forma definitiva, lo inblanqueable (y perdonen la palabreja y la evidente falta ortográfica). Y visto lo visto, tiemblo al pensar qué puede pasar dentro de no mucho cuando el Partido Popular de la Región de Murcia necesite del apoyo de una ultraderecha crecida para mantener, para decirlo de forma comprensible, sus poltronas.
La que nos espera
