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Sabado, 20 de Abril del 2024
Sunday, 12 May 2019

El Viaje (Final) a Ninguna Parte. Sobre Notre Dame de París y otras catedrales quemadas

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Bartolomé Marcos Bartolomé Marcos

CLR/Bartolomé Marcos.

España y los españoles somos la releche y estoy convencido de que no hay tribu como la nuestra–para lo bueno, y, sobre todo, para lo malo y para lo peor- en todo el mundo mundial (Cataluña, País Vasco, Rusia y Venezuela incluidos).

Ya saben que aquí al lado mismo, en el París de la Francia, ha ardido una parte importante de la catedral de Notre Dame y que los franceses andan ya haciendo aportaciones millonarias, al tiempo que los políticos en toda Europa piden donativos, para salvaguardar y recuperar el que todos consideran un icono de la cultura europea (por cierto, recuerden que Notre Dame es un templo “católico”, y algo, para bien o para mal, tendrá entonces que ver el catolicismo con la cultura europea, y con el cosmopolitismo y con el universalismo). Los franceses, ya saben… tan chauvinistas y orgullosos ellos, tan suyos, han puesto los huevos sobre la mesa y dicen que en unos cinco años tendrán restaurada la catedral, aunque los menos optimistas dicen que necesitarán 20 años. Menos ínfulas, o menos ínsulas, que diría Sancho Panza: los españoles hemos demostrado ser capaces de más, con creces. Al respecto conviene recordar que el día 29 de Mayo de 1966, que era domingo de Pentecostés, un rayo cayó sobre la catedral de León, incendiando en un fuego toda la cubierta. Doy fe porque fui testigo directo del suceso, que me sorprendió en mi último año de internado en el Colegio de Huérfanos de Ferroviarios de León. Desde una de las terrazas del colegio (aún me acuerdo…) pude contemplar el resplandor del pavoroso incendio originado por el rayo en la cubierta de madera del templo. Allí también se cayó toda la techumbre, con sus grandes florones de madera, pero en este país de gente brava, con los pocos medios que tenía, acudió a ayudar hasta el que pedía limosnas en la puerta de la catedral. En esta España profunda y malévola que dibujan los políticos, hubo que poner a la Guardia Civil en la carretera para mandar gente a casa, porque ya no cabía más gente trabajando. Esas cosas que tenemos los españoles, que somos solidarios y además enterramos y sabemos vivir y morir estupendamente. El mismísimo gobernador civil, según cuentan los cronicones, con un par, se metió a rescatar algunas joyas de la catedral, mientras caía la techumbre con un estrépito que se oyó hasta en Ponferrada, que a algunos del susto se les atragantó el botillo, y como coordinador y conocedor del tema, evitó que se usara agua, porque las techumbres en los arcos de bóveda se hacían con piedra volcánica o toba de Renedo de Valdebuey, que aunque admite bien el calor, absorbe el agua, y evitó que se usara demasiada agua, usándose en su lugar espuma. Ahí, con un par y con conocimiento de causa evitó males mayores. No hubo heridos, salvo el bombero Manuel R. Valencia, que fue atendido por una lesión leve y el soldado de reemplazo del regimiento de Almansa José A. Álvarez, que tuvo que liarse a hostias con un vecino que quería meterse a ayudar en la plaza de Regla, y ya sabemos cómo son estos tíos de León, bravos y cabezones como su nombre indica, y el hombre, con toda la pasión del momento, quería entrar a salvar su catedral. Vamos, nada de importancia, más que estas cosas que tenemos los españoles cuando andamos en caliente.

 

No había imágenes, pero Radio París, y Londres, informaron rápidamente, y al día siguiente la prensa italiana. Rápidamente también acudió Enrique Tarancón, que por entonces era obispo metropolitano de Oviedo. Y monseñor Almancha, que tenía ya 79 años, pero el hombre vivió aquello con un medio soponcio que casi lo deja en el sitio. Antes de que se apagaran las últimas llamas (aún parece que veo el resplandor desde la terraza del torreón central del colegio, a la que nos permitieron acceder los curas para contemplar el espectáculo) ya estaban trabajando en cómo reconstruir la techumbre, así que el mismo día 30 de Mayo y sin saber cómo se iba a pagar la falla verbenera en la que se convirtió la catedral, se empezó a desescombrar. Y tres días después, el día 3 de Junio, se solicitó al ministro una subvención de 5 millones de pesetas para empezar a hacer el nuevo tejado. Aquí cuando se quieren hacer las cosas se hacen, y el día 14 de Junio el ministro de Hacienda Juan José Espinosa San Martín, se fue cagando leches a León con el cheque en la mano. El ministro de Educación, con un sobrante que tenía a mano, puso otras 312.308 pesetas, y la fundación Rogelio Fernández, puso a trabajar a las empresas de León y pagó la estructura de la nave central. La catedral metodista de Washington también aportó algunos cuartos, porque ellos copiaron para su catedral las vidrieras de León.

 

En menos de una semana se habían colocado más de 50.000 tejas. La empresa de Don Rogelio Fernández, de León, hizo todas las cerchas, ya de hierro, y el tío, con más luces que muchos arquitectos, dijo que aquello lo hacía él de hierro para evitar que se volviera a quemar. Para evitar los problemas de dilatación, ideó un sistema con rodamientos que impide que la estructura rígida se vea afectada. En definitiva, las obras se acabaron el 15 de Octubre de 1966. Cinco meses después, la catedral estaba ya abierta al culto y al público. Y es que en España, cuando se quiere, se puede, y en estos casos los franceses deberían hablar con los españoles, que en estas cosas somos maestros, por laboriosidad y capacidad de superación y sufrimiento, aunque tengamos políticos bastante ineficaces que –cuando habitualmente tienen por oficio no parar de darle a la sin hueso- paradójicamente sólo se dedican a promover minutos de silencio junto a declaraciones solemnes y ampulosas-, cuando lo que hace falta son hombres como aquel Gobernador Civil y ministros que vayan con los cheques en la mano. Luego la gente de bien que siempre tuvimos, desescombra, recoge, hace cerchas, coloca tejas, barre, y se pone de monaguillo si llega el caso. Obras y catedrales son amores y no buenas razones. En cinco meses tuvimos catedral de León abierta, misas solemnes, Tedeums y obras pagadas. Y es que España es mucha España cuando quiere y los políticos no meten las narices y dejan trabajar a los hombres de bien. Ahora, en Cieza, tenemos nada menos que un equipo de fútbol completo –once candidaturas once- que compite por dirigir los destinos de este pueblo. En Cieza, sí, el pueblo de usted y el mío, que (despierte usted de su recurrente pesadilla) sigue siendo (todavía…desde la maravillosa modestia aldeana de su privilegiado rinconcito dentro del cosmos)…España.

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