Personajes como Artur Mas o Francesc Homs están muy cerca ya de la proclama presuntuosa y prepotente de Luis XIV de Francia, el rey Sol, cuando decía aquello de “L´état c´est moi” ( el estado soy yo) y auguran que una condena de sus personas por las evidentes transgresiones de la legalidad democrática española vigente en las que paladinamente han incurrido, redundaría en la desaparición de España. Joder, qué soberbia más disparatada, ¿verdad? Y es que, una semana más, el nacionalismo ha sido, antes que una ideología, parapetados en ella, una estrategia de defensa. Las tardes de redada de presuntos comisionistas del famoso 3% siempre terminan en Cataluña virando hacia una exaltación de lo nacional. Como si lo que allí se estuviera preparando fuera la transición hacia una cleptocracia orgullosa, personalista y vacía que está causando un gravísimo daño, por encima de todo, a la propia sociedad catalana. Y siguen cobrando sus sueldos de vértigo los muy mariconazos.

A la cabeza de los prevaricadores, irresponsables y cobardes sediciosos, que debían dar con sus huesos en la cárcel en lugar de seguir pisando moqueta a costa del erario público, el cabrito mayor Artur Mas, que últimamente, encabritado, va de micrófono en micrófono, en plan absolutamente chulesco y desvergonzado, argumentando que “si Cataluña se convierte en un Estado independiente, la legislación española no tendría efecto”, con lo que estaría convirtiendo Cataluña en una habitación del pánico y un espacio para la impunidad. Gloriosa, responsable y seria manera de fundamentar la pretendida nueva República catalana, en una actitud vergonzosa y vergonzante que refleja muy bien el conocido principio de que “la patria es el último refugio de los canallas”. Canalla, irresponsable, sinvergüenza…y ladrón que nos ha salido el sonriente individuo, aunque sólo fuera porque nos quiere quitar a todos los españoles –aparte del 3% de todo lo que se presupuesta, se proyecta o se construye en Cataluña- una parte sustancial de nuestra herencia de siglos, que les costó a nuestros antepasados sangre, sudor y lágrimas. Que no otra cosa es Cataluña. Territorio español. Herencia española de siglos.

Claro que en casi ningún sitio se han creído sus patrañas ni han encontrado eco o aliento las pretensiones de estos facinerosos, que ahora pretenden explicar su “procés” nada menos que en Oxford, primero, y en Harvard, después. Querrán doctorarse en sedición y traición. Tenga la culpa quien la tenga, es una situación que debe acabarse ya. Y es algo que hay que decirlo también desde aquí, desde Cieza-Murcia-España. Y hay que decirlo, como ya ha empezado a ocurrir, desde otras muchas instancias y tribunas de la sociedad. Es el caso de la mesa-debate celebrada esta semana en Madrid sobre “El fortalecimiento del coraje cívico para la defensa de España”, organizada por la Fundación Villacisneros y Valores y Sociedad. En la mesa redonda intervino, entre otras personas, Dolores Agenjo, la directora-coraje de un instituto de Hospitalet de Llobregat que el 9 de Noviembre de 2014 se negó a abrir su centro para celebrar el referéndum ilegal. Uno a uno los intervinientes fueron tomando la palabra en un auditorio a rebosar, al que se dirigieron con un mensaje unísono: frente a los atropellos e imposiciones del nacionalismo, y la «apatía» general, la sociedad civil tiene por tarea pendiente rebelarse para defender su dignidad. La de todos. Insistieron en la necesidad de concitar el apoyo de la sociedad civil del resto de España y han convocado para el 19 de Marzo, en Barcelona, una marcha “Por la libertad y por la democracia”, considerando que lo que se está perpetrando en Cataluña es un golpe de Estado institucional en toda regla. Y es la propia sociedad la que debe decir a sus propios mandatarios políticos que ya está bien, que ya basta.

Proscribir el cáncer nacionalista, oportunista, insolidario y egoísta y empezar a levantar el estandarte de lo universal, de lo que nos une, de la pobre y miserable pero digna condición humana, la que siempre tuvo, en su sencillez, en su extrema timidez, en su compostura, en su sensibilidad y en su inteligencia, un querido amigo que había decidido cerrar sus ventanas al exterior hace muchos años y que esta semana nos decía adiós haciendo eterno su silencio: Antonio Buitrago Argudo, maestro jubilado, excelente persona ensimismada hasta el pasmo en su mundo interior, murió el sábado, 25 de Febrero. Según relato de su abnegado cuñado, Hiscio López Capilla, Antonio murió en paz. Se acostó una noche –glosa Pedro Luis Almela- y despertó más allá de Sirio, sin más queja que su ausencia, sin más historia que su silencio, así, como el que no quiere la cosa, sin adioses, sin molestar…Al día siguiente, un universo de plumas y cantos le dio vida a la mañana.