La noticia, llamativa e impactante en el panorama - generalmente tranquilo- de la vida cotidiana de este poblachón entre murciano y manchego a la vera de un Segura milenario, pero joven y vivo, en el que se ha llegado a vislumbrar, como un fogonazo, hasta una fantasmagórica, insospechable y por otra parte legendaria nutria, que, por cierto, incluso se ha dejado fotografiar para que quedara constancia de su inequívoca existencia y escurridiza presencia. La nutria ya no es nuestro particular y recurrente fantasma del Segura. Hay nutria en el río. Por lo menos, una. Pero la nutria tampoco es el artefacto.
No, en serio; sí, en serio… el río goza de muy buena salud, hasta donde se le puede ver, que ya casi no lo permite el recrecido cañaveral que, más pujante y vivo aún que el propio río del que –como la misma nutria- se nutre, vuelve a crecer, desafiante, orgulloso, altanero, más verde que nunca y tan esplendorosamente vivo y lozano como siempre, para exigir un año sí y otro también su derecho de conquista y guerra (dicen que es especie invasora-sic, pero ha hecho de la ribera casa tomada y propia en virtud de consuetudinario derecho), estableciendo en la vía irrecurrible de los hechos consumados su base legal para estar ahí, y, por más que las corten, pisoteen o fumiguen, las cañas, especie invasora, como los españoles en Cataluña, allá que siguen, bien pertrechados de razones, arraigados /as (ellos, los españoles, y ellas, las cañas) en su carpetovetónica e indomable naturaleza…como debe ser, que eso sí es autóctono. Y si no que se lo pregunten (si estuviera vivo) a don Luis Carandell, catalán de Tabarnia lúcido, y genuino y celtibérico español donde los haya. Como debe ser.
El artefacto de la Plaza Mayor era un artefacto, sin duda, en cuanto que objeto formado por un conjunto de piezas y fabricado para un fin determinado, en especial el que no constituye una máquina, aparato o dispositivo definidos, tal y como reza el diccionario, pero no era un explosivo. Pronto, en cuanto los Tedax de la Guardia Civil descartaron la peligrosidad del objeto, quedaron sin efecto las órdenes de desalojo y evacuación del edificio del Ayuntamiento y viviendas aledañas, sin llevar tampoco el ridículo más lejos, y dejando a Cieza sin noticia de alcance. Donde sí que estaban los artefactos era a unos pocos metros de allí, en plena calle Sansestabién (me he empeñado en rebautizarla…). La calle ciezana que cuenta con su Palace-Hotel Sansestabién, su Prado-Siyasa y su Reina Sofía-Efe Serrano, y que el viernes, 18 y el sábado, 19 de Mayo, concentraba bastantes de los actos de la celebración del Día Internacional de los Museos. Tuve ocasión de asistir a uno de esos actos, un recital poético a cargo de miembros de la Sierpe y el Laúd, y el guitarrista Rafael Fernández Toledo con una selección de poesía árabe en castellano, de diferente época, en la Casa número 6 de Medina Siyasa, reproducida en el interior del museo ciezano e interiorizada en la imaginación de cada uno de los asistentes, transportados mágicamente por la palabra musicalizada al desgarro y la tragedia de un pueblo históricamente desgraciado. Fue un rato intenso, emotivo y agradable. Allí pudimos ver, entre otros, al concejal de Podemos Miguel Gual en estado de cuasilevitación y trance mientras escuchaba extasiado música y palabras, a la concejala de Patrimonio y Museos, también de Podemos, Pilar Martínez, en funciones de diligente anfitriona, a mi excompañero en el IES “Diego Tortosa” y sensible, inspirado y notabilísimo escritor, Antonio Balsalobre, al editor cervantófilo y quijotesco Fernando Fernández Villa, y a unas decenas más de personas que disfrutaron de un acto que a mí me recordó, en cuanto al ambiente, la Plaza Mayor de Salamanca en una inolvidable noche de verano, o la revitalización cultural que en otro momento, los primeros años de este tercer milenio, vivió la ciudad de Cieza con la iniciativa de otro concejal de Cultura que se llamaba y se llama José María Rodríguez Santos, con los Festivales de la Luna. A la salida del Museo, en plena calle Sansestabién, más artefactos por doquier, en sentido estricto de arte hecho o hecho con arte, con una colección de esculturas manieristas, efectistas, provocadoras y hasta esnobs, llenas de tensión, intensidad, contraste, barroco…dulce decadencia. Todo ello a pie de calle, con el arte saliendo al paso. Muchos artefactos, pero no el artefacto, así que reflexioné y llegué a la conclusión de que el verdadero artefacto, demoledoramente explosivo, no tenía por qué ser un objeto material, sino artilugio de otra naturaleza o especie. Y en cuanto escribí especie me vino a la cabeza la palabra especímenes y pensé en la pareja de moda Pablito Iglesias e Irene Montero, que de especímenes tienen bastante, y que han detonado un destructor, mortífero y carísimo artefacto en plena línea de flotación de una nave otrora fuerte y poderosa devenida frágil por mor de la debilidad humana demasiado temprana y prematuramente mostrada por sus guías ante el espectáculo hedonista y seductor ofrecido a su contemplación por el astuto demonio tentador. Y es que, como bien dice el dicho “conversación te daré pero tocante al dinero liberanos domine”. Tengo que confesarles que estaría encantado de vivir en un mundo con menos insensatos…