Este es el caso de Cieza. Lo de nuestro entorno no hace falta comentarlo: se aprecia a simple vista. En cuanto a nuestro patrimonio histórico y arqueológico, la gente ha oído hablar de ello, pero es algo que resulta más difícil de interiorizar. E incluso de valorar.

El solar de Cieza, por la posición estratégica que ocupa y los recursos que podía ofrecer a sus habitantes, ha resultado atractivo para los seres humanos desde hace decenas de miles de años. En ese intervalo de tiempo han pasado por aquí casi todas las culturas y civilizaciones que han dejado su impronta en el Mediterráneo, y nos han legado un tesoro, en buena parte aún por descubrir, de restos arqueológicos de gran calidad e importancia.

Pero toda esta riqueza podría quedar en mera anécdota si no existiese una institución que salvaguardase lo más frágil de dicho tesoro e interpretase y reconstruyese lo que los restos que nos legaron nuestros antepasados dicen de ellos mismos: de cómo eran, de cómo vivían, de cómo pensaban.

Y Cieza, a todo este patrimonio de primerísima calidad, suma la posesión de una institución cultural de primer orden: el Museo de Siyâsa. Este museo, inaugurado en 1999 y que cumple ahora su mayoría de edad, es heredero del antiguo Museo Arqueológico Municipal, que ocupaba el edificio del que en su día fue el Casino de Cieza. En la actualidad, en su nuevo y magnífico emplazamiento y con su nueva denominación, alberga en sus vitrinas piezas arqueológicas que van desde el Paleolítico hasta prácticamente nuestros días, en una muestra ascendente desde la vida de nuestros ancestros prehistóricos hasta la de nuestros padres y abuelos. Aunque quizás muchos ciezanos y ciezanas no lo sepan, algunos de los yacimientos de los que provienen sus fondos son de los mejores, si no los mejores, de su tipo no sólo a nivel europeo, sino también mundial. Tal es el caso del antiguo poblado islámico de Siyâsa, que conservó su estructura urbana prácticamente incólume, algo sumamente raro en el urbanismo islámico medieval, o también el de la cueva-sima de La Serreta, donde se superponen niveles de ocupación desde el Paleolítico.

Una particularidad muy especial del Museo de Siyâsa es la reconstrucción a escala real de dos casas del antiguo poblado islámico. El balcón de la más grande de ellas mira frente a frente a la casa original, al otro lado del valle del Segura. El reciente alzado de esta misma casa en su ubicación original crea un magnífico efecto de espejo entre ambas reconstrucciones.

Pero no sólo de lo muy antiguo vive el Museo de Siyâsa. También posee fondos relativamente modernos y con un enorme valor etnográfico e histórico. Un ejemplo es la maquinaria de la antigua almazara de los Mateos, cuyo aceite alimentó a la población de Cieza durante muchas décadas; otro, la exposición permanente del bibliófilo ciezano Antonio Pérez Gómez, que reproduce el despacho y biblioteca donde éste desarrolló su actividad investigadora y editorial.

A la hora de hablar del Museo de Siyâsa debemos mencionar la otra cara del mismo, menos relacionada directamente con lo museístico y más conectada con la vida cultural y social de Cieza: me refiero a su actividad como centro de exposiciones y muestras de todo tipo, que abarcan desde el arte a la historia, desde la cultura popular a la más erudita, desde las conferencias y presentaciones hasta los seminarios y cursos. Es de hecho el Museo de Siyâsa el principal y más activo centro de cultura de la localidad, por el que pasan la mayoría de los eventos de este tipo que tienen lugar en Cieza. Se trata, por así decirlo, de un organismo vivo, dinámico, a cuya vitalidad contribuye de manera decisiva el esfuerzo del personal que trabaja directa o indirectamente para el Museo, capitaneado por su director Joaquín Salmerón Juan y con la colaboración constante del Ayuntamiento de Cieza y de numerosas asociaciones y agrupaciones culturales y de todo tipo. No en vano es uno de los museos regionales con más iniciativas culturales y de mayor dinamismo.

En resumen: Cieza ofrece, entre sus muchos atractivos, un magnífico lugar donde recorrer la historia de quienes habitaron su territorio o descubrir lo que piensan, creen o disfrutan quienes en la actualidad o habitan: el Museo de Siyâsa.

Que sea por muchos años.