Lo curioso del caso es que otros medios de comunicación de nivel regional, como es el caso del otro gran periódico murciano, no se ocupaban en absoluto del caso. Y no es que uno de ellos tuviese la exclusiva y el otro no. Es que la adscripción ideológica de cada uno de ellos es diferente. Y también la dependencia económica, que todo hay que decirlo.
Este hecho viene a colación de la dudosa independencia y ecuanimidad de la mayoría de los medios de comunicación españoles. Desde luego, los más importantes (o la inmensa mayoría de ellos) dejan ver a las claras de qué pie cojean. Seguro que si te preguntara, querida lectora, querido lector, de qué partido es tal periódico, tal emisora de televisión o tal cadena de radio, no dudarías un segundo en contestar. De hecho, las más de las veces el tratamiento que se da a la información o incluso la falta absoluta de referencias, como hemos visto en el ejemplo inicial, muestran a las claras a quién apoya cada medio.
Eso sí: todos juran y perjuran que son independientes, que no se casan con nadie, que no ofrecen más que información veraz y sin cortapisas. Ojalá dijesen la verdad. Lo malo es que no siempre lo hacen. O al menos no la verdad completa. Porque una de las formas más habituales de ser parciales, gritando al mismo tiempo y a los cuatro vientos todo lo contrario, es la de ofrecer o bien una parte de la información o bien retorcer esta para que sea más favorable a los intereses de los patrocinadores, o patronos. No se miente, es cierto, pero tampoco se dice toda la verdad. Aunque se pretenda hacer ver lo contrario.
Por no hablar de los medios que hace tiempo abandonaron cualquier veleidad de independencia y ecuanimidad. Medios que, naturalmente, reciben subvenciones de grupos políticos y empresariales para poder funcionar, ya que llegan a ser tan esperpénticos que ni siquiera la mayor parte de los simpatizantes de esta o aquella ideología política se tragan las, digámoslo claro, sandeces que publican, radian o televisan. Pero ya se sabe que en estos tiempos hay que contar con el apoyo de “los medios”. Si no, no se es nadie, ni en política, ni en economía, ni en nada.
De cualquier forma, esta cada vez mayor parcialidad en muchos medios de comunicación no solo es culpa de estos. En nuestro tiempo la información cierta, equilibrada y veraz no es un valor siempre deseable. Cierto es que muchos lectores, oyentes o espectadores buscan denodadamente este tipo de información. Pero muchos otros desean, precisamente, todo lo contrario: quieren un medio que comulgue con sus ideas, que refuerce sus convicciones, que les digan lo que quieren oír, y no les importa que se les mienta y se les manipule de forma descarada. Hace treinta años este tipo de medios hubiese tenido un corto recorrido. Hoy están al alza, por lo que quizás la relación es inversa a lo que creemos. Es decir, los medios dependientes y manipuladores de la realidad existen porque hay quien demanda este tipo de información.
En fin, los medios de información tradicionales encuentran hoy una enorme competencia en la red, mucho más inmediata e, incluso, aun más parcial. De hecho la manipulación en estos nuevos canales de información es absolutamente feroz y el bulo parece para quienes tergiversan preferible a la verdad. Este es el mundo que nos ha tocado vivir, y no es ni mucho menos el mundo de esa verdad.
Para terminar, una información. Recientemente la Unión de Periodistas Europeos realizó un estudio sobre la objetividad y la ecuanimidad actuales de los principales medios de comunicación del Viejo Continente. Solo aparecía en el listado de periódicos veraces uno español. Entre los cinco primeros. Y voy a nombrarlo, porque es bueno que la gente sepa dónde puede encontrar certidumbre informativa: no es otro que el diario catalán La Vanguardia, que cuenta además con abundante información de Madrid y otras regiones, además de la nacional e internacional.
De los demás, ni nombrarlos.
