Eso es lo que piensan mis jefes, los que mandan en la consejería de educación. Porque hoy, cuando escribo esto, es miércoles 9 de septiembre. Y el próximo lunes 14 comienzan las clases. Y hoy, cuatro días antes y con un fin de semana de por medio, la consejería ha tenido a bien remitir a los centros educativos una circular para que a los profesores y el personal no docente que lo deseen se les realice la pruebe serológica del Covid-19, debiendo hacérselo saber a la dirección de los centros para que estos lo comuniquen a la consejería. Y después…
Después llevaremos ya unos cuantos días, semanas o meses en clase. Habremos empezado el curso sin saber si somos positivos, negativos o neutros. Sin tener ni idea de nuestro estado de salud y del de nuestros alumnos, en una de las mayores muestras de imprevisión, de ineptitud y de unas cuantas cosas peores por parte de quien nos gobierna que se recuerdan en esta Región.
No hay medios materiales, o al menos prácticamente no han llegado a los centros educativos. Que no os engañen algunos medios de comunicación, porque tan solo se hacen eco de la propaganda política, más falsa que un billete de seis euros, de nuestro gobierno regional. No hay profesores de refuerzo. Los 800 que según la consejería se han contratado no dan ni para dotar a los centros más grandes de la Región, con más de 100 profesores, de dos docentes suplementarios. No hablemos ya de los pequeños. No hay materiales para la educación online. Las tan cacareadas compras no están en los colegios e institutos ni se sabe cómo se repartirán ni cuándo llegarán. No hay recomendaciones u órdenes, aparte de las genéricas de la consejería de sanidad. Ni siquiera hay vergüenza en el gobierno regional, que quiere responsabilizar a las directivas de los centros de las consecuencias que pueda tener su incapacidad política y organizativa.
Llevo muchos años en este oficio y nunca había visto algo así. Supongo que en otras regiones la situación será igual. O mejor. O peor. Pero a mí me toca aquí, y a mis compañeras y compañeros, y a mis amigas y amigos, y mis vecinas y vecinos. Y a mis alumnas y alumnos, y a sus familias. A mi comunidad educativa y a las de toda la Región de Murcia. Así que me quejo de lo que a mí me afecta, a mí y a todos los que conforman el sector educativo (que son muchos) de nuestra comunidad. Y tengo que decir que me molesta profundamente tener que escribir tanto y tan seguido sobre un tema, pero la ocasión y las circunstancias obligan.
Desde marzo de este año, desde que empezó el confinamiento, se sabía que esta fecha iba a llegar. La del comienzo de curso. Y el balance de actuaciones en este sentido es prácticamente nulo. Hoy, 9 de septiembre de 2020, y en un ejercicio de cinismo que raya lo sublime, la consejería de educación hace público que va a crear (“va”, en futuro) un cuerpo de rastreadores propio y exclusivo para controlar los posibles brotes que se produzcan en los centros educativos, cerca de mil en nuestra Región. Para ello va a iniciar la formación específica de varios funcionarios (otra vez “va”, en futuro), que tendrán bajo su responsabilidad a cerca de 300.000 alumnos y más de 30.000 profesores en la comunidad autónoma. ¿Sabéis de cuántos funcionarios habla la consejería? De cinco. Cinco funcionarios para realizar esta ingente tarea. Menos mal que contará con el apoyo de los rastreadores de la comunidad de Murcia. ¿Cómo dices? ¿Qué apenas hay? ¡No es posible!
No sé qué decir. Solo me salen palabras gruesas. Pero sí puedo asegurar a quien lea esto una cosa: que las directivas y el profesorado de los centros educativos están desarrollando, contra el reloj y con constantes zancadillas por parte de la autoridad educativa, que no busca otra cosa que lavarse las manos y esconderse tras una burocracia y un papeleo paralizantes, una labor ingente que no puede sustituir la falta de medios y apoyos oficiales, pero que al menos intenta paliar la situación y hacer más seguro para vuestras hijas e hijos el regreso a las aulas. Y para terminar solo quiero compartir con vosotras y vosotros una seguridad: que todo lo que salga bien en esta vuelta al cole, que todos los males que podamos evitar, serán única y exclusivamente mérito de los trabajadores de la enseñanza, porque los políticos que nos mandan apenas habrán hecho nada para mejorar la situación.
O tal vez sea que los trabajadores de la enseñanza somos inmortales y no lo sabemos, aunque nuestra consejería y nuestro gobierno sí que lo saben. Y actúan en consecuencia.
