En el mundo del clero septiembre suele ser un mes donde se producen los traslados de sacerdotes, sacerdotes que van moviéndose de una parroquia a otra para seguir su testimonio de Cristo. No todos cambian de destino todos los años, unos llegan para quedarse definitivamente, y otros para permanecer algunos años e irse a otro destino para seguir con su misión evangelizadora. Este último es el caso del sacerdote caravaqueño Saúl Sánchez.

Saúl Sánchez llegó a Cieza en 2016 nombrado por D. José Manuel Lorca Planes como neo-presbítero, nombrado vicario parroquial de la Parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción de Cieza. Su llegada a la Basílica venía a completar la renovación que el clero ciezano había sufrido tras la jubilación del querido D. Antonio Muñoz Catalán. Primero fue José Antonio, luego Pedro, ahora en San José Obrero, y por último Saúl.

Desde su llegada a Cieza el sacerdote caravaqueño se enamoró de nuestra localidad. Hace unas semanas reconocía en COPE CIEZA, en el programa de Piedad Quijada, que Cieza ha sido su primer amor, algo obvio para los que de cerca hemos seguido el trabajo pastoral de Saúl.

Desde su llegada a nuestra localidad Saúl se integró como uno más en los colectivos que en torno a la basílica ejercían su labor. Era habitual verlo en las asambleas de la Junta de Hermandades Pasionarias, en cualquier encuentro entre vecinos o cerca de la imagen del patrón San Bartolomé.

En unos tiempos en los que la separación de la iglesia de la sociedad aumenta debido a diversos factores, y en la que los políticos centran sus ataques, o muchos de ellos, en acabar con la España cristiana Saúl supuso para los ciezanos un soplo de aire fresco. Yo, asiduo los viernes al Monasterio de las Claras, y como tantos otros ciezanos, pronto nos percatamos de que este joven sacerdote hablaba muy claro, alejado de dictámenes teológicos y de discursos demasiado filosóficos ,en cada homilía nos transmitía el mensaje de Cristo de una manera totalmente comprensible y adaptada a los tiempos que vivimos, además de lo anterior Saúl es un fantástico comunicador y con pocas palabras conseguía que el mensaje llegara rápidamente al oyente, un mensaje claro- como decía anteriormente- lleno de frescura y de pueblo. Un mensaje, que con base bíblica, pretendía basarse en el día a día de los fieles que acudíamos a escucharlo, permitiendo esto ganarse el cariño y respeto de muchos parroquianos.

Saúl, como fruto de su juventud, no dudó ni un minuto en salir a la calle a buscar a jóvenes y niños para que formaran parte activa de la vida de la Basílica de la Asunción. Su trabajo, continuador del de Pedro Najas, ha permitido que la basílica tenga a día de hoy un cuerpo de monaguillos considerable, pero es que además Saúl era conocido por todos los jóvenes que con ms o menos frecuencia acudíamos al primer templo ciezano. Para muchos, entre los que me encuentro, Saúl no era un sacerdote, sino un amigo al que podías llamar para cualquier cuestión o cualquier necesidad. El tampoco dudaba en llamarte cuando necesitaba algo, era imposible decirle que no con ese tono tan afable y esa frescura que lo caracteriza.

Saúl se despidió ayer del pueblo de Cieza para continuar su labor evangelizadora en las pedanías altas de Lorca. Ahí tiene a la hermana gemela de nuestra patrona, pero aquí deja muchísimas personas que lo hemos admirado y que lo echaremos mucho de menos. Seguro que volverá en un futuro, porque Cieza es mucha Cieza, pero mientras que no viene lo recordaremos portando al Niño Resucitado en la mañana del Domingo de Resurrección, entusiasmado ante el manto de los Hijos de María en el Jueves Santo de 2017 – el motivo central del manto era su Cruz Bendita, la Cruz de Caravaca- ensayando con los monaguillos para los Santos Oficios o compartiendo mesa en la celebración de la Asunción de María a los Cielos.

Saúl en apenas dos años ha conseguido que por su forma de ser y su labor sacerdotal entre a engrosar esa amplia lista de sacerdotes que por muchos años que pasen siempre serán recordados por su gran labor en nuestra comunidad.

El sábado por la mañana en la eucaristía celebrada en las Claras nos dejó un mensaje que resume su tremenda humildad y su gran corazón: ‘’No estéis tristes porque me voy .Bendecid a Dios por los momentos que nos ha dado juntos’’.

Me despedí de el inmerso en la pena, pero con una frase muy ciezana: ‘’Anda con Dios y que la Magdalena te guie’’.

Os espero en quince días, mientras sigo observando la vida