Salones llenos de papel de regalo, niños en las calles jugando con su temporal mayor ilusión del mundo mundial, apenas cuatro dulces en la bandeja, unas bolitas colgadas que ya piden el descanso, un Papa Noel que sabe que o se tira, o lo quitan del balcón. La Navidad en Cieza se despide, otro año más. Un nuevo año ha llegado, y con el miles de deseos de prosperidad, trabajo, salud e ilusión. Se fue el año 2018, pero en nuestras calles seguiremos encontrándonos a la sonrisa que cada mañana nos alegra el día cuando vamos al trabajo, a pasear o a dejar a los niños en el cole. En 2019 seguiremos encontrándonos al agricultor que la vida da por su tahúlla, y que cuando al alba Cieza se despierta él ya lleva algo así como un par de horas hablándole de amor, cariño y necesidad a los árboles que con tanto cariño cuida. Un nuevo año, pero ahí sigue la anciana sentada en el Balcón del Muro, controlando que ni una sola piedra se ha movido, igual que ella controla las piedras del Muro y los árboles de la fértil huerta del Segura los impedidos o dependientes volverán a sonreír cuando el sol les acaricie la cara, con cariño y recuerdos de tiempos joviales, ellos volverán a estar cada mañana soleada viendo ir y venir a tantas y tantas generaciones de ciezanos y ciezanas que caminan por la Plaza de España. El paso de los años apenas es un número arriba, o abajo, apenas es una fiesta, es una tradición, porque el paso de los años siempre nos vuelve a regalar a las mismas personas que hacen de nuestro día en Cieza un nuevo día lleno de ilusión, esperanza y alegría. Volveremos a ver la sonrisa en la cara de la dependienta que te pone el café calentito en los Valencianos, volveremos a escuchar esos cálidos buenos días cuando vayas a tu comercio de confianza, a comprar o simplemente pases por la puerta y saludes. Volveremos a sentir ese afecto y amor que los ciezanos tenemos por lo nuestro y por los nuestros. Que un año nuevo llegue no debe deprimirnos, sino alegrarnos, porque de nuevo cada amanecer el sol nos regalará una estampa imperdible, captada, muy seguramente, por la lente atemporal de D. Fernando Galindo, también , seguro, captara cada atardecer cinematográfico allá por la montaña mágica, como D. Juan Fernández, llama a El Almorchón.
Se fue la Navidad, pero como verán hay mil y una razones para estar tranquilos, porque seguro que se ha ido para ustedes con el deleite en su paladar de los tan típicos roscones de reyes. Félix, Josefica, Las Delicias o Manolo, entre otras tantas, te habrán regalado unos segundos o minuto, de pura maestría pastelera, de puro ciezanismo y amor por la tradición del roscón, pero el roscón no tendría sentido si antes no has visto pasar a sus Majestades de Oriente por la calle en la que vives. La OJE, año tras año, devuelve a Cieza , en un acto de amor sin parangón , el cariño que cada día reciben de los ciezanos, ya sea por su impagable labor formativa , por los aplausos que arranca a su paso su formación musical o por tantos y tantos actos de colaboración con las diversas instituciones ciezanas. Seguro que los Reyes Magos de Oriente pronto sabrán recompensar su caluroso recibimiento año tras año con una declaración de Interés Turístico Regional, la merecen, no me cabe la menor duda, pero no solo la cabalgata en si como acto, sino la OJE misma como institución.
Como ven, queridos amigos, la Navidad se ha ido, pero nada faltará en nuestra vida a la sombra imperturbable y acogedora de la Atalaya, y la calma y el sosiego del Segura. Dice el ciezano cuando los Reyes Magos se marchan por el Puente de Hierro: ’’ Hasta San Antón, Pascuas son’’. Nos vemos por San Antón pues.
Os espero en quince días, mientras sigo observando la vida.