Realmente no sé ni que decirte, no sé ni que escribirte. Estoy enfadado a la vez que roto de pena, estoy resignado a la vez que descorazonado. No te imaginaba tan lejos cuando casi te podíamos tocar con las manos de los dedos. Cuando te vuelva a ver, habrán pasado 708 desde que te vi por última vez envuelta en Silencio y tinieblas.
Me duele tu ausencia, me duele mucho, ni más ni menos que a cualquier otra persona, pero me duele. Nunca imaginé que un Viernes de Dolores estaría metido entre cuatro paredes sin saber qué hacer, que decir, o en que pensar. Nunca pensé que esto pudiera ser una realidad, todo lo que me contaban me sonaba a cuentos más propios de tiempos bélicos.
Estos días atrás, desde que nos anunciaron tu ausencia, he querido mantenerme fuerte, he querido hacer un ejercicio de fortaleza mental para no caer, pero hoy, Viernes de Dolores, justo hoy, me he derrumbado de pleno cuando he recibido varios wassaps. Me he derrumbado de pleno porque no te entiendo. No entiendo porque vuelves a irte, si ni siquiera te hemos podido ver venir por Cagitán. No entiendo nada de lo que ahora ocurre en mi vida, solo sé que hay un virus que está llenando los hospitales de gente y los cementerios de pena y dolor. Solo sé que hoy no te quiero a mi lado, por mucho que me duela; hoy te quiero en los hospitales y en los cementerios, hoy quiero que te muestres en el rostro del Cristo del Consuelo, del Perdón, de la Sangre, de la Agonía, de la Expiración o la Sed para ser consuelo a quien realmente te necesita en la cama de un hospital o en la lápida fría del campo santo. Hoy te quiero al lado de los ángeles que cuidan de nosotros, hoy quiero que tus ángeles vuelen hacía donde los necesitan, quiero que tú, Dolorosa, sueltes al viento a tus ángeles y los lleves junto con tu rostro hasta los profesionales sanitarios y cuerpos de seguridad. Enséñales, tú que puedes, como es el rostro de las Madres Ciezanas. Enséñales a Piedad, Dolores, Soledad, Caridad, Gracia y Esperanza, Amargura, Amor Hermoso o Mayor Dolor. Enséñales tú que puedes, como los ciezanos vemos a nuestra Madre y a nuestros Cristos.
Esta semana se me va a hacer muy dura sin sentir el olor a incienso, el calentor de la torta frita recién hecha, el abrazo sincero y emotivo del hermano, de hermandad o corazón, el sonido de la corneta o el solo eterno de la Semana Santa de Cieza. Sé que tú no tienes nada que ver en todo esto, que tú quisieras llenar el Paseo de palmas, Cánovas del Castillo de nazarenos o la Esquina del Convento de pueblo. Sé que tu hubieras querido despertarnos de nuestro largo sueño, pero entiéndeme, me tengo que enfadar y resignar por no verte, porque te quiero demasiado y soy egocéntrico, pero quiero encontrarme frente a ti como siempre lo hacemos; con torta de pan dormido en mano y expectante a que suene el cornetín de la OJE.
¡Quiero verte llenar la Plaza de la Asunción de gente esperando ver el rostro de la Dolorosa o la Cruz del Perdón! Quiero, quiero, quiero, pero sé que nada de lo que ahora quiero será posible. Sé que no te volveré a ver hasta el 26 de marzo de 2021, pero también quiero que sepas que ninguno de los ciezanos te olvidamos, que ninguno de nosotros ansia nada más que volver a verte pasear por nuestras calles vestida de túnica, agarrar la vara de un trono como si fuera el último aliento de nuestra vida o mirar a los ojos de los ancianos para transmitirle el consuelo que solo nuestras imágenes son capaces de transmitirle.
Vuelve, solo te pido que vuelvas. Vuelve para encontrarte con todos los que hoy están en la cama de un hospital y que, restablecidos de salud, te fotografían, te cuidan, te preparan, te ponen guapa, llenan tu cuerpo de flores, tus oídos de música y tu corazón de dieciocho colores de pasión. Vuelve para que los abuelos vuelvan a llevar a sus nietos a ver las procesiones, vuelve para que nuestras madres cumplan el ritual de atarnos el cíngulo de la túnica y nos den el último beso antes de irnos a la procesión. Vuelve para que nuestros balcones se llenen de tu escudo, vuelve para que vuelva a cobrar sentido el trabajo de todo un año de esos músicos que, con frio o calor, te preparan para que suenes como nunca. Vuelve para que podamos sacar las antiguas sillitas de madera a nuestras puertas, vuelve para que los nazarenos hagan felices a los niños cuando al abrir sus manos caigan caramelos.
Vuelve porque te queremos, porque no nos hemos olvidado de ti ni un solo día de nuestra vida y porque nuestra vida no tiene sentido si no es contigo en ella, al menos una semana al año.
Vuelve porque queremos decir a viva voz, A CIEZA, POR TI.
Vuelve, por favor te lo pido.
