Me refiero a la comunidad educativa del IES Los Albares, centro en el que trabajo y en el que he desempeñado y desempeño cargos diversos. Como todos los lectores sabrán, se trata de un centro de gran tamaño, al que acuden muchas, muchísimas personas utilizando diversos medios de transporte.
La cuestión es que, ante los atascos que se formaban a las horas de entrada y salida, el Ayuntamiento de Cieza recogió la petición hecha desde el centro de habilitar una segunda entrada en la parte lateral-trasera del instituto, en unos terrenos propiedad de la corporación municipal. Esta segunda entrada, abierta hace algo menos de 10 años, descongestionó notablemente el tráfico y, sobre todo, abrió todo el descampado sobre el que se asienta a los vehículos que, por cientos, acuden diariamente al centro y a otras instituciones vecinas, como la guardería Pepita Semitiel o el Tanatorio de Cieza, convirtiéndose en un improvisado aparcamiento sin el cual el caos sería absoluto en la zona. Es más, es utilizado incluso en los últimos años por la Unidad Militar de Emergencias como zona de estacionamiento de sus vehículos durante las maniobras que realiza en el entorno de nuestra localidad.
Pero (casi siempre hay un pero) este descampado no está urbanizado en absoluto, salvo la vía que enlaza directamente con la citada nueva puerta. Cada vez que llueve el agua se acumula en él, de tal forma que prácticamente impide en muchas ocasiones entrar por esta puerta al instituto. Además, la laguna y los charcos que se forman y el barro que surge por todo el descampado impiden aparcar en él. Y créanme los lectores (muchos de los cuales lo habrán sufrido personalmente), los atascos y problemas de aparcamiento que se generan en los días de lluvia y posteriores, hasta que se seca el agua acumulada, no tienen nada que envidiar a los de las peores horas punta en Madrid o Barcelona. Dan lugar incluso situaciones peligrosas, dadas las grandes cantidades de vehículos (sin exageración, varios cientos) y personas que se concentran en momentos muy puntuales. Sin contar con que la carretera que pasa ante el centro es la que lleva directamente al hospital, y por ella deben circular los vehículos de emergencias que a él se dirigen.
Esta situación ha sido informada por los diferentes directores que se han sucedido en el instituto en los últimos diez años a los diferentes equipos de gobierno que han regido el Ayuntamiento de Cieza. Todos, sin excepción, han respondido con buenas palabras. Y lamentablemente, sin ningún hecho. Algunos han expuesto las dificultades técnicas (que no imposibilidad técnica) de realizar una actuación que solucione el problema. Otros han dado explicaciones peregrinas y difícilmente creíbles sobre el por qué de su inactividad con respecto al caso. Nadie, repito, ha hecho nada. Por ello ruego a las diferentes formaciones políticas que no se empiecen a acusar mutuamente de dejadez con respecto al tema: la dejadez ha sido unánime.
Pues eso. El problema está, sigue estando, ahí. Afecta a un colectivo de tamaño respetable, entre alumnos (1350), profesores (más de 120), personal de administración y servicios (13), padres y madres que traen y llevan a sus hijos al instituto (varios cientos), personal, padres y niños de la vecina guardería, usuarios y visitantes del Tanatorio (en ocasiones, muchos cientos), ambulancias que vienen o van al hospital y hasta la Unidad Militar de Emergencias. Por ello pido desde esta columna que debería ser de opinión pero que es hoy de petición, que el Olvidadizo y Excelentísimo Ayuntamiento de Cieza tome cartas en el asunto, y resuelva de una vez por todas este problema.
La comunidad educativa del IES Los Albares y todos los colectivos que he mencionado les estaríamos, de verdad, profundamente agradecidos.
