Una de las cosas buenas de la época que nos ha tocado vivir es la cantidad de datos que podemos recoger, manejar y tratar. Y la información que podemos extraer de ellos y elaborar, haciéndola pública casi de forma instantánea. Así podemos formarnos un cuadro claro de la realidad y de los peligros sanitarios, si los hay, que nos acechan.
Es bastante habitual que en Cieza comentemos, las más de las veces sin conocimiento real de la situación, que las enfermedades más terribles se enseñorean de la ciudad. Así, una de las frases referidas a la salud que más se escuchan en Cieza es que la cantidad y proporción de casos de cáncer en nuestra localidad alcanzan cifras fuera de lo común. Quienes afirman esto suelen hacerlo o bien porque se lo han escuchado a alguien, o bien porque algún familiar a conocido ha padecido dicha enfermedad. Terrible enfermedad, sin duda, pero extrapolar los datos de casos cercanos a nosotros al total de la población no suele ser una buena política.
Yo mismo, escuchando a mis conciudadanos y conociendo algunos casos, he llegado en algún momento a esa misma conclusión, aunque con cierto resquemor por el desconocimiento de datos generales. Sin embargo resulta que es bastante sencillo conocer estos datos, estadísticos, sí, pero que dan una imagen mucho más clara del estado sanitario de la población de Cieza. Y allá que me puse a consultar los datos de mortalidad por municipio y comunidad autónoma. Y sorpresa mayúscula: los datos eran diametralmente opuestos, en nuestra ciudad, a lo que solemos pensar quienes habitamos en ella.
De hecho lo que pude ver en los mapas especializados cambió por completo mi perspectiva y mi opinión sobre el tema. Resulta, por ejemplo, que la mortalidad por cáncer en Cieza es ciertamente inferior a la media nacional. Y lo mismo ocurre con otras enfermedades que pueden ser mortales, como las cardiovasculares. Y con otras muchas más. Desde siempre pensando en el peligro que acechaba a nuestra salud por vivir en nuestra ciudad y resulta que, con los naturales riesgos inevitables, ese peligro apenas existía. O apenas existe, porque es cierto que hace tres décadas la mortalidad en Cieza y en el sur de la Península en general eran superiores a otros lugares del país de mayor renta.
Pero resulta que en tres décadas hemos avanzado, y mucho. En primer lugar la riqueza disminuye la mortalidad y alarga la vida, y en estos treinta años las condiciones socioeconómicas de la población ciezana han mejorado de forma más que notable. Al igual que las infraestructuras sanitarias, con la construcción del hospital Lorenzo Guirao, del centro de emergencias del Camino de Madrid o del nuevo centro de salud de las Morericas, que se añadía al que existía anteriormente frente a la estación de autobuses. Personas que antes apenas podías ser atendidas o que debían ser llevadas a los hospitales de Murcia ante cualquier urgencia vital, hoy tienen junto a sus hogares una asistencia médica de primera calidad. Y ello, naturalmente, redunda en tasas de mortalidad muy inferiores.
Además los hábitos de la población que podíamos calificar de nocivos han disminuido visiblemente. Se fuma menos, aunque siempre sea demasiado, pero el menor tabaquismo se traduce en menos cáncer y menos enfermedades respiratorias y cardiovasculares. Se bebe también menos: Cieza, que era el municipio que más cerveza consumía de Europa, ha visto como una parte muy importante de sus ciudadanos bebedores de cerveza se ha pasado con armas y bagajes al bando “sin”. La alimentación se cuida más, a pesar de que la comida ultraprocesada o directamente basura ocupa todavía una parte excesiva de nuestra dieta. Se practica más deporte, aunque las más de las veces sea por cuestiones estéticas; pero el efecto para la salud es siempre positivo.
Resumiendo: nuestra salud, en general, es mejor de lo que creíamos. Cierto es que cuando nos toca a nosotros o a nuestra gente padecer alguna enfermedad grave tendemos a generalizar y a buscar a veces responsabilidades en el entorno que nos rodea. Pero los datos estadísticos no mienten, y de hecho lo que dicen es que en Cieza, y a nivel de salud de la población, no estamos tan mal como pensábamos. Incluso estamos mejor de lo que creíamos.
Y ojalá sigamos mejorando.
