Fuimos llamados el viernes de nuevo a acudir a las plantas de aquel hombre de tez morena que ante el temor negó tres veces a Cristo, hoy negamos mil y una vez tener una u otra creencia. Son en esas negaciones donde nos damos cuenta que a veces debemos acudir los ciezanos a la Parroquia de San Juan Bosco y mirar a los ojos a la exultante obra del malagueño, y a la vez tan ciezano, Palma Burgos. Es en San Juan Bosco donde todo el año es habitual ver a hermanos de esta hermandad sentados cerca de su apóstol, esperando que en un abrir y cerrar de ojos las túnicas azules y marrones vuelvan a consolarlo en su extrema penitencia.
Cada día del año San Pedro nunca está solo, sus hermanos están con él, y si alguien tiene alguna duda de esto que digo, solo necesita estar en un momento concreto en un lugar casi de ensueño, la vieja y curtida puerta de hierro de San Juan Bosco. Es esa puerta la que de nuevo se volvió a abrir otro año más para entregarle a los ciezanos a su vecino más querido, cuidado y respetado, San Pedro. Es esa puerta que antes mencionaba la que otro año más se abrió de par en par para ver pasar el cortejo azul y marrón que los hermanos de San Pedro despliegan cada viernes de pregón, cada viernes previó a que se detenga el reloj de la larga espera.
Fue el viernes una segunda llamada a la pasión, más intensa si cabe que la anterior, pero con una esencia distinta, esa esencia a elegancia, porte y tronío que lleva el apóstol consigo a lo largo de las casi dos horas y media que duró el traslado, un traslado que siempre tenía como eje de todas las miradas el baldaquino al cielo que en el año dos mil seis talló un hombre de Fe, de garra y trato exquisito con la madera, D. José Carlos Rubio Valverde. Diez años hace que se bendijo dicha obra y diez años son los años que llevamos de traslado del apóstol que no dejó a Cristo solo en ningún momento, salvo en las tribulaciones propias del cautiverio del Maestro.
Fue el viernes una jornada fría pero que no evitó que las calles de Cieza se llenarán de personas con un acelerado palpitar al detenerse a pensar que el de San Pedro era el segundo trono que se echaba a la calle, que el tambor y la corneta invitaban al Sueño de los Despiertos, ese sueño del que ninguno despierta y que por muchas marchas procesionales que la Agrupación Musical ''Medina Siyasa'' interpretará con gran delicadeza , afinación y sentimiento no podría nunca despertar al cofrade del sueño en el que vive desde el primer Domingo de Ramos de su vida, ese sueño que no tiene principio y fin, pero al fin y al cabo ese sueño que deslumbra nuestro corazón y mente cuando vemos pasar un nazareno ante nuestros ojos y cuando la campana de un trono llama a los hermanos a la vara.
Fue el traslado de San Pedro un despliegue de nazarenia, devoción, sentimiento y delicadeza, pues era realmente dulce ver como la imagen del apóstol se adentraba por calles como Angostos o Cánovas del Castillo, escoltado siempre por el tercio de nazarenos de la hermandad, presidenta de la misma, presidente de la Junta de Hermandades Pasionarias de Cieza, pregonera de este Sueño que continua en el 2.016, y Nazareno del Año de nuestro gran momento del año, la Semana Santa.
Fue el traslado de San Pedro Apóstol la última llamada al ciego que no quiere ver que una nueva amanecida de Pasión llega. Constituyó la entrada de San Pedro en la Casa Museo de la Semana Santa de Cieza una llamada a la conciencia a los presentes que por décimo año veían como San Pedro adelantaba un poco la pasión por las imágenes, los nazarenos y los redobles y la vuelta a ver la tan añorada estampa de los tronos salir por el pórtico de los mejores sueños y las mejores historias.
''Allá va el Apóstol San Pedro, orando por los que a sus pies caminan
llenos de devoción , sueños y anhelos.
Allá camina una hermandad curtida en mil y una noche de desvelos y en las planchas
de los sueños y las mesas de la ilusión.
Allá camina el Apóstol San Pedro junto a su hermandad teñida de azul y marrón''.