La tarde de este pasado sábado tenía en el ambiente ese algo que solo el ciezano sabe ponerle nombre; ganas de ver una procesión. El aire era diferente, y las calles, aun mojadas, estaban radiantes como solo ellas saben ponerse para recibir a las primeras hermandades. La primera fueron los Hijos de María.
A las 20:30 horas el Monasterio de la Inmaculada Concepción se llenó de gente inquieta por ver a la Dama del Jueves Santo caminar despacio hacia su trono. Antes de esto Dña María Turpín quiso tener unas palabras salidas del corazón hacia el pregonero de la Semana Santa de Cieza 2019, y a su vez hermano y directivo de esta cofradía; D. Antonio Morales Balsalobre. Desde su sitio, visiblemente emocionado, siguió el alegato que Turpín hizo en defensa de las mujeres de la cofradía y de María, como Madre de Dios. Un alegato en el que puso a María como espejo donde cada mujer de la cofradía. Andera, nazarena, manola o niña debería mirarse cada día. Antes de hacer púbico el nombramiento de Hermano de Honor 2019, la presentadora del acto quiso tener unas palabras de cariño para D. Rafael Marín Pino, que tras ocho años deja la presidencia de la cofradía, y por otro lado a las Hermanas Clarisas, que este año han recibido a tres nuevas hermanas para la comunidad de la Calle Mesones.
La Cofradía de Nuestra Señora y Gracia Esperanza, como dijo Dña María Turpín, vive un Jueves Santo eterno, desde que el paso de la Santa Cena sale a la calle hasta que Nuestra Señora de Gracia y Esperanza vuelve a su casa para llorar la pérdida de su Hijo en la noche del Jueves Santo. Una noche a la que no ha faltado nunca D. Juan Villalba Villa, Nazareno de Honor de la Cofradía de Nuestra Señora de Gracia y Esperanza 2019.
‘’Cuando éramos pocos estuvo ahí, y ahora que somos muchos también’’ decía la presentadora en referencia a D. Juan Villalba, y por supuesto él estuvo junto a centenares de ciezanos esperando que a la nueve y media de la noche sonara ‘’Mayor Dolor ’’ y el cortejo verde esperanza hiciera suyas las calles. Y así fue, justo a la hora pensada, el estandarte de los Hijos de María cruzaba el pórtico del Monasterio de la Inmaculada Concepción. Una nueva primavera comenzaba a brotar en el corazón de los ciezanos. Las calles volvieron a oler a incienso y la música procesional conquistaba cada rincón del Casco Antiguo de Cieza. Nuestra Madre de Gracia y Esperanza, volvía a la calle de hebrea. Sin prisa, mecida con cariño por sus anderas la sagrada imagen fue recorriendo calles como Plaza de los Carros, Angostos o Cánovas del Castillo.
Acompañada de un recogimiento excepcional, auspiciado por las marchas procesionales de la Asociación Musical ‘’No Tenemos Prisa’’ de Abarán, fue poco a poco navegando entre un mar de devoción y admiración. Nada faltó a la primera de las grandes citas de las muchas que nos regalarán las cofradías ciezanas en apenas dos semanas. Caridad del Guadalquivir conquistó la fría noche y sigilosamente se perdió de nuestras miradas Nuestra Señora de Gracia y Esperanza. La noche de las noches se acerca. Un nuevo amanecer de pasión está rondando nuestros corazones y acaparando todos nuestros sentidos.
