Como cada año a media tarde la plaza de la Asunción se convirtió en un manojo de nervios y volvió a impacientarse cuando el reloj avanzaba y por la puerta no asomaba el Faro luminoso, pero como todo en la vida todo llega, y así fue como el reloj de la torre marco las siete menos cuarto y los acordes del Himno Nacional dejaron entrever la silueta del Cristo del Consuelo, el Dios del ciezano de nuevo volvió a salir al encuentro de su pueblo que desde el Viernes Santo aguardaba su regreso a las pétreas calles del casco antiguo, calles que necesitan volver a verlo pasar como cada tres de mayo, día en el que definitivamente se cierra el ciclo de pasión, a lo largo del recorrido todos y cada uno de los rincones de las casas volvieron a inundarse de Consuelo, por que son muchas las puertas que se abren al señor, muchas también fueron las ofrendas que la sagrada imagen recibió por las calles de Cieza en forma de pétalos de flor que seguro habían sido separados de rosas cultivadas en la huerta ciezana.

El cortejo conformado por guión, pueblo, directivos de la hermandad, Santo Cristo del Consuelo, presidencia y Banda Municipal de Cieza discurrió por las calles de Cieza con una calma comprendida, pues el Cristo del Consuelo no quería volver a su ermita y es que durante estos días las tardes de Cieza eran tardes de novena, eran tardes de cantos y oraciones hacia él, único consuelo del enfermo y del pobre de alma.

Al llegar al final de la Calle Mesones el pueblo estallo en júbilo y un canto a coro entonó: ‘’ Desde la cumbre airosa En que la ermita se alza, El Cristo nos protege Con paternal afán…’’ Al ritmo rápido de la caja y los acordes de su himno el Cristo del Consuelo recorrió los últimos metros que le separaban de su ermita, ermita que ya esperaba impaciente la llegada de su razón de existir, pero fue sobre las nueve de la noche cuando la sagrada imagen entraba por la puerta apuntada de su ermita y de nuevo otro año volvía a su ermita en la tarde del tres de mayo.

En su altar fue colocado esperando que los ciezanos no se olviden ni un solo día de él, por que seguro que desde su morada santa irradia consuelo, esperanza, salud y vela por su pueblo y sus gentes. Cristo Bendito gloria de Cieza, consuelo dulce del corazón, prenda segura de salvación….

José María Cámara Salmerón