Apenas tenia los cinco años recién cumplidos cuando comencé a tener consciencia y cada primer viernes de marzo acudía al Convento a besarle los pies al Señor de Géneros de Punto, por que mi abuela dice que ella y seiscientas noventa y nueve personas más pagaron a ese hombre. ¡Que cosas decía mi abuela!. Yo apenas recuerdo cuando subía las escaleras del Convento y miraba con miedo a ese hombre que en el altar estaba muy morenito, como de trabajar en la huerta ciezana. Me daba mucho miedo, pero mi abuela siempre me acercaba a él para besarle los pies. ¡Rompía a llorar y no había forma de que le diera una simple peseta!. Mi abuela Inmaculada siempre me decía que no le tuviera miedo, que ese hombre era Cristo, y era el Cristo de media Cieza, pero mi tierna juventud no entendía que eso que había ahí no era más que una talla de un señor malagueño que había venido por el pueblo. Palma Burgos se llamaba, Paco Palma popularmente. Yo solo veía un Señor atado de manos, con mirada suplicante, tez morena y sangre en su dulce rostro, no distinguía si talla o carne, pero si supe que gracias a mi abuela Inmaculada en mi creció la devoción, o tradición, de acudir cada primer viernes de marzo a besarle los pies al Medinaceli de Cieza.
74 años dicen que tiene ya ese hombre.¡ Cuantas historias habrá escuchado en la soledad de su capilla y en la multitud de sus besapies!¡ Cuantas almas en pena habrán acudido a él pidiéndole una pronta recuperación!. A mi, a mis ochenta años de edad ya no me sostienen mis pies, ya no me sostengo ni de alma ni de cuerpo. La edad pesa mucho, pesa tanto que ayer cuando volví a visitarlo de la mano de ACIFAD no puede evitar llorar amargamente recordando cuando era una niña y venia con mi abuela, cuando ya crecí y fui con mi primer amor, Francisco, y cuando traía a mis nietos Joaquín y Ana. Pero por encima de todo recordé que en él vive la Redención, que en él vive el silencio que suena a calma y paz, en él viven los sueños de seiscientas noventa y nueve personas mas que como yo nos quitamos un trozo de pan de la boca para mes a mes pagar a ese Dios que se hace carne y que a niños y ancianos hace llorar cuando ante su impasible mirada nos postramos. Los niños ven a Cristo, nosotros, los ancianos, vemos el futuro y le pedimos que cuando tenga que llevarnos;’’ una angustica y pa´lante’’ que nuestras familias andan muy ocupadas y apenas se acuerdan de nosotros. En efecto nene, ayer volví a besarle los pies gracias a mi asociación ACIFAD, ¡son unos soles! ,por que me permitieron ver mi vida pasar desde que era niña hasta que hoy vuelvo a ser niña en los brazos de Dios.
Lloré amargamente, ante él me postré, sentí su mano misericordiosa, sus palabras de aliento, su rostro compasivo me miraba, su boca se abría y de ella salían unas palabras que a mis sordos oídos llegaban: ‘’No te olvides nunca de mi, como yo de ti no me olvido, por que soy Rey de Reyes y Señor de Medinaceli’’.
Ayer fue de nuevo uno de marzo en Cieza, y la carta de esta anciana que os escribe se hizo realidad punto por punto. El Señor de Medinaceli estuvo en besapies como es de costumbre y a sus plantas acudieron niños, enfermos, jóvenes, impedidos, mayores y toda persona que en su corazón sienta la fuerza de la FE o la tradición.
Ayer fue de nuevo uno de marzo en Cieza, y el Medinaceli salió de su capilla para recibir los besos de los ciezanos y pronto recorrer nuestras calles en Vía Crucis. ‘’Padre Nuestro Jesús Nazareno. Rey eterno de amor y de paz..’’