Comunicador fluido, se notan sus estudios de periodismo; desgrana sus vivencias y pasiones con el ritmo cadencioso de quien disfruta de una notable vida interior. El abuelo le predispuso y le abrió la ventana para contemplar el único teatro donde la muerte está presente como una realidad absoluta: la tauromaquia. Por ello ha trabajado en todo, desde cocinero, modelo de bellas artes, camarero, etc. Y siempre como única meta está el toro, con sus incertidumbres y altas cotas de misterio.
¿Qué aprendiste en la escuela de tauromaquia?
Ingresé con trece años. Aparte de los conocimientos acerca de las técnicas para torear, me sorprendió la disciplina y sobre todo los valores éticos y morales que se inculcan. En realidad no existe hoy en día esa preocupación en muchos centros educativos. Luego, podrás tener más o menos calado y éxito en la profesión, pero lo que siempre quedará será esa educación que dignifica como ser humano.
Para los amantes del toreo, Sevilla es un lugar paradigmático, un crisol por donde se filtró gran parte de la historia taurina; allí en ese albero único Samuel trazó una hermosa faena el 13 de julio de 2013
Me sentí a gusto en aquel marco emblemático y el maestro Tejera mandó tocar a la banda. Esas cosas en La Maestranza tienen mucho empaque. Corté una oreja de aquel novillo.
Samuel Rodríguez debutó en Mijas (Málaga) en 2010, triunfando y cortando dos orejas; después llegarían plazas como Yecla, Murcia, Cieza, plazas francesas cercanas a Nimes, etc. Curiosamente también fue un 24 de agosto en Cieza, cuando pasó a ejercer como novillero con caballos. Aquello se saldó con un triunfo amplio: tres orejas. Sin embargo, todos esos triunfos le valieron para poco. Las empresas se olvidaron de él y pasó cinco años sin poder vestirse de luces, ni tan siquiera de corto. Ese largo paréntesis le hizo buscarse un exilio donde quizás meditar su futuro y alejarse del mundo taurino. ¿Cómo fue aquello?
Me marché a Bristol. Allí pude reflexionar acerca de mi carrera como torero. Siempre viene bien alejarse de los escenarios del toreo y replantearse cosas acerca de ello. Trabajé de cocinero y en corto espacio de tiempo me convertí en jefe de cocina, que no es poco tratándose de un país como Inglaterra. Todo iba perfectamente, pero la sombra del toro, más bien su añoranza me hizo dejar aquello y regresar a España.
¿Ese exilio reforzó e hizo más consistentes tus anhelos por ser torero?
Creo que sí. Aunque el horizonte era muy oscuro, sabía que mi tesón podría dar sus frutos. El mundo del toro está muy cerrado y cada vez es más complicado sacar cabeza. Mis ambiciones siempre estuvieron ahí, no decayeron y en parte debo mucho a compañeros y amigos como Antonio Cama y Antonio Puerta. Con ellos entreno, acudimos a tentaderos; nos animamos entre nosotros. Fíjate en el caso de Puerta, toda una injusticia, después de haber triunfado dos temporadas seguidas en Murcia y encima entrando en carteles por vía de la sustitución. Y ahora no tiene ni un contrato.
Samuel habla en tono intimista, comedido y sin acritud de aquello que tanto le preocupa: las injusticias. Por algo acompañó a su madre, que es trabajadora social hasta Cuzco, en Perú. Ahí empezó su labor solidaria hacia los desprotegidos, y que continuó en África.
En África ha sido una experiencia muy bonita. Aparte de la labor social, donde aportamos unas cantidades importantes de dinero recaudado en Cieza, me dediqué a entrenar. Fui allí con los trastos de torear y resultó bastante exótico. La gente no entendía nada de aquello cuando me veían dar pases con un trapo rojo como la muleta. Precisamente allí mismo recibí la llamada del empresario Antonio Soler para confirmar mi inclusión en este cartel tan bonito de Cieza, el día 24.
Estar acartelado en un festejo que reúne tantos matices artísticos: Curro Díaz, un torero de los llamados de "pellizco". Saúl Jiménez Fortes, un verdadero gladiador con notables cualidades de torero profundo; además de ser un caso único en la historia del toreo: es hijo de padre torero y madre torera como lo fue Mari Fortes. Y Luis David Adame que junto a sus hermanos es la gran esperanza de México, que anda en crisis por falta de figuras. Aunque tampoco hubiese renegado de hacerlo junto a otros novilleros, como en la feria del arroz de Calasparra donde el empresario Chicote apostó por él, pero otros resortes de esa feria le dejaron fuera.
Curro Vázquez y Antoñete han sido mis referentes toreros. Sueño que algún día llegaré a esa plenitud de toreo clásico, en redondo, donde cada pase sea de trazo largo, profundo, casi eterno. No huyo del toreo accesorio o superficial, pero mi ideal estaría ahí.
Mientras toma un refresco energético, Samuel, mirada cetrina, profunda, de ojos oscuros y brazos extendidos, donde aflora algún tatuaje va contando sus peripecias en mil cosas, como aquella experiencia radiofónica llamada "El Guión" y que versaba sobre la semana santa ciezana. También recuerda el gran respeto de la afición francesa en sus actuaciones. Agradece a todos aquellos que han confiado en él: familiares, aficionados, club taurino, los propietarios de la plaza de toros ciezana. Pero sobre todo, vuela tanto en su mente como en la atmósfera esa comparecencia en apenas unos días y que tendrá como escenario "La Deseada". Sabe que tanta espera se resumirá en la lidia de dos novillos y que todo pasará rápidamente, porque además el toreo es un arte efímero que muere con su ejecución. Habla con vehemencia y respeto de sus compañeros de fatigas, los que suplen con creces los sinsabores y desatinos que tanto se dan en el mundo de los toros. Será por tanto la cuadrilla de Antonio Puerta, donde al frente estará Antonio Cama quien le acompañe en tarde trascendental. No sé si brindará alguno de sus novillos, pero estoy seguro que el espíritu del abuelo andará escondido tras la tronera de algún burladero, insuflándole energías para que la vida de este soñador siga creciendo hacia la gloria, aunque esta también sea efímera.