Pero vayamos por partes y poco a poco, como nos gusta disfrutar las cosas a los cofrades. De nuevo como siempre se volvió a abrir el cristal que custodia a lo largo del año la imagen de Nuestra Madre bajo la advocación de Gracia y Esperanza, antes de la entronización la imagen recorrió el pasillo principal del monasterio custodiada por cinco Hijos de María mientras desde el ambón se recitaba en latín y en español el Stabat Mater Dolorosa acompañada de un cuarteto que interpretaba dulcemente la pieza Signore delle Cime.
Tras entronizarse de la imagen ha tenido lugar la presentación del Cofrade de Honor magníficamente realizada por D.Antonio Morales, secretario de la institución, reseñar el sentido aplauso que todos y cada uno de los asistentes han realizado en memoria de la tristemente fallecida Dña. Ana María Ruíz Lucas destacar así mismo una breve oda a la Semana Santa de Cieza con motivo del centenario de la Junta de Hermandades Pasionarias, pero tras esto ya se iba abriendo la puerta hacia un nuevo cofrade de honor de la hermandad, recayendo tal distinción en el hermano D. Jesús Hernández Belmonte, tesorero durante muchos años y hermano fundador de la hermandad, sin lugar a la duda todo un acierto el nombramiento del mismo y que seguro lucirá con gusto y orgullo.
Nervios, últimos retoques a la túnica, niños con su tez iluminada de cera, así comenzaba el Traslado procesional de Nuestra Señora de Gracia y Esperanza, eran las nueve menos cuarto cuando por el pórtico principal del Monasterio de Santa Clara aparecía el primer símbolo de pasión y la primera llamada al pueblo de Cieza para que acuda y se prepare para la semana de pasión, el estandarte de los Hijos de María flanqueado por dos faroles plateados y tras esto una hilera de niños portando en sus manos unas velas de esperanza, esperanza en la eterna juventud de los que son y serán siempre el relevo ya no de nuestra semana santa, sino del mundo entero y por supuesto esperanza en ser Hijo de María.
Después de el camino de luz que formaban las velas se comenzaban a escuchar los acordes de Solemnidad del maestro José Pérez Ballester, acordes que rápidamente daban paso a la bella estampa de Nuestra Señora de Gracia y Esperanza que desde el patio del monasterio salía para comenzar su traslado procesional y de esta manera volver a llenar Cieza de Gracia y Esperanza -esa que tanto hace falta en estos tiempos- por cierto, calles abarrotadas de gente que se concentraron por todo el recorrido procesional lo que viene a demostrar que Cieza y su gente está con su semana santa.
Después de la bella y solemne salida, la procesión se ha dirigido a uno de esos lugares que nunca debieron perderse del imaginario colectivo del cofrade, la Plaza de los Carros, lugar por donde la procesión cobra especial relevancia pues no es poca la belleza que ofrece dicho lugar de nuestro casco antiguo, en esa plaza tiene lugar la interpretación de la obra de cuerda’’Manto de Esperanza’’ de Juan Antonio Penalva, lo que deja rienda suelta a la imaginación que bien nos puede situar ya en la noche de las noches ciezanas. Tras el paso de la procesión por la Plaza de los Carros el cortejo se dirigió hacia la Casa de la Hermandad, situada en la Calle Diego Tortosa, lugar donde apenas cuarenta y cinco minutos después acababa el solemne traslado con la interpretación de Caridad del Guadalquivir -como no- y la entrada en la misma, sublime como todo el cortejo, destacando así mismo el buen hacer de las mujeres que han portado el trono a lo largo de todo el recorrido procesional, evidenciando que las mujeres también sirven para portar tronos. Reseñar el acompañamiento musical de la Asociación Musical ‘’ No tenemos prisa’’ de la vecina localidad de Abarán culpables en gran medida del clima de recogimiento y cofradía que se ha respirado en todo momento y tras la interpretación de marchas como El Evangelista, Callejuela de la O o las marchas de Gómez Villa , Virgen de Gracia y Esperanza y Semana Santa Ciezana.
Enhorabuena a la hermandad por la superación que muestran año tras año, a la familia de los Hijos de María y a D. Jesús Hernández Belmonte.
José María Cámara.
