Aurelio fue profesor, pintor, humanista y sobre todo, poeta. Un poeta que aun teniendo la oportunidad de haber vivido fuera de su pueblo, prefirió enseñar aquí, escribir aquí y vivir con su grupo literario la aventura cultural y vital que supuso La Sierpe y el Laúd, en su pueblo, para en una temprana edad, 56 años, morir también aquí, en Cieza, “un pueblo cristiano entre dos ramblas, la del Moro y la del Judío”.

Hace un cuarto de siglo de su marcha pero en realidad nunca se fue porque nos dejó su poesía, y el devenir de su carisma en este grupo de literatura que él amó y ayudó a cimentar señalando algunas de sus señas de identidad.

Como escribió su amigo y poeta J.L. Martinez Valero, “de Aurelio ya no oímos su voz, ni vemos su gesto, pero sin embargo nos queda la palabra, porque la palabra entera está en sus versos, tal como quiso que fuera, perfectamente modelada”. Reivindicar al amigo está bien, hacerlo del poeta que sembró su paso con versos trágicos unos, y hermosos todos, es un deber que tenemos porque sentimos orgullo de haberlo conocido, de haber sido sus compañeros y amigos, y porque como ciezanos sentimos también el orgullo de poner en valor a uno de nuestros conciudadanos más ilustres, el poeta Aurelio Guirao Moreno.