Ya sabemos que el uso del coche en las ciudades está en retroceso. O al menos eso es lo que, con buen voluntad, intentan las autoridades. La contaminación es cada día más perniciosa, el ruido de vehículos incesante y el tiempo perdido en atascos y retenciones, insoportable.
Pero los vehículos existen. Están ahí. En Cieza no conozco las cifras exactas, pero con una tasa de 660,6 vehículos por cada mil habitantes y una población de algo más de 35.000, circulan por las calles ciezanas más de 20.000 vehículos (registrados).
Y 20.000 vehículos son muchos vehículos, teniendo en cuenta el tamaño de nuestra ciudad. Así que en algún sitio hay que aparcarlos. Lo malo es que cada día hay precisamente menos de eso: sitio. Porque, como quienes leáis esto sabéis con seguridad, aparcar en algunas zonas de Cieza es prácticamente imposible. En especial en las más céntricas, pero la dificultad se está ya desplazando incluso a buena parte de los barrios periféricos. A pesar de que en estos predominan las nuevas construcciones, las cuales suelen incluir bastantes plazas de aparcamiento para los inquilinos.
Cuando hace unos años se planteó la progresiva peatonalización del centro de la ciudad las protestas fueron numerosas, ya que a quienes vivían en la zona y no poseían una plaza de garaje donde dejar sus vehículos se les obligaba a desplazarse hacia zonas alejadas de sus domicilios donde poder aparcar. Al mismo tiempo se inició la construcción del Parkin Gran Vía Cieza, que con sus 360 plazas mitigó algo la situación, aunque el público era en general reacio a pagar por algo que hasta entonces tenía gratis. Por lo tanto hubo un desplazamiento del problema de aparcamiento desde el centro de la ciudad a las zonas situadas hacia el exterior del eje Gran Vía-Camino de Murcia, donde hasta entonces era posible encontrar un lugar donde dejar el coche a muy pocos metros del área central de la ciudad.
Pero la situación ha empeorado progresivamente. En primer lugar el número de vehículos en Cieza ha aumentado en un 12% en los últimos diez años, lo que significa que hay más coches para aparcar y menos plazas donde hacerlo. En segundo lugar la construcción o reconstrucción de edificios en diversas zonas de la población con muy pocos inquilinos pero con sus correspondientes vados ha eliminado aún más superficie útil de aparcamiento. En el mismo sentido ha incidido la expansión gigantesca de las terrazas de los bares y restaurantes a causa de la pandemia. Incluso la mejoría económica hasta que el coronavirus hizo acto de presencia (y también cuando ha disminuido la virulencia del mismo) ha hecho que las plazas libres en los parkings privados hayan caído casi a cero. De hecho cuesta bastante encontrar una plaza de garaje libre en la zona delimitada por el eje que mencioné antes, y si se tiene la suerte de localizar una, resulta que su precio es desorbitado.
Incluso para quien viene de fuera a visitarnos resulta muy dificultoso poder aparcar el coche, lo que puede retraer al turista que desea conocer Cieza. Pero lo urgente es que los habitantes de la ciudad puedan encontrar un lugar para aestacionar su vehículo. Se han propuesto diversas soluciones, algunas con poco fundamento y otras más realistas. Algunas más generales y otras más localizadas, para zonas concretas y de gran afluencia de público de la ciudad. Hay quien aconseja implantar la ORA en el centro de la población, algo que sin duda alejaría los coches del área, pero trasladaría el problema a las adyacentes. Otros piden a los habitantes de Cieza que utilicen lo menos posible el coche en sus desplazamientos a corta distancia, lo cual sería muy positivo, aunque apenas paliaría el problema de falta de plazas. Para otros la retirada de las terrazas expandidas de los locales de hostelería solucionaría en parte el problema; lo cual es cierto, pero solo en parte. Máxime cuando, vuelvo a repetir, el futuro de la zona central de Cieza es la peatonalización. Y una opción que, aunque útil, por el momento parece imposible: la implantación en Cieza de un servicio de transporte público urbano que fuese una alternativa real a la utilización del vehículo propio.
¿Qué se puede hacer? Pues atacar el problema en su raíz. Faltan plazas de aparcamiento: pues creémoslas. Algunas en zonas periféricas y de tipo disuasorio, para visitantes y turistas, conectadas por lanzaderas con el centro de la ciudad y los lugares turísticos. Otras, en el mismo centro, mediante la construcción de parkings públicos subterráneos en los que se pueda alquilar una plaza por un precio módico o aparcar unas horas cuando se esté de visita en la zona. Una opción que también sería útil en ciertos barrios de la periferia donde dejar el coche es casi, o tan difícil, como en el centro. Igualmente sería lógico que, una vez terminada (o al menos eso espero) la situación de emergencia sanitaria las terrazas vuelvan a su dimensión original, liberando las plazas de aparcamiento que ocupan. Y que por fin dispusiésemos de un servicio de transporte público eficiente y funcional también evitaría en gran medida la concentración de muchos vehículos al mismo tiempo en áreas concretas.
En fin, el problema está ahí y se agrava cada día que pasa. Las soluciones también están ahí. Y algo habrá que hacer, porque el futuro del tráfico rodado en Cieza, por esta y otras cuestiones, es bastante preocupante.
