Y ahora vayamos a la realidad. Ya llevamos cerca de dos años de pandemia en la que hemos visto de todo. Pero una verdadera planificación con armas eficientes para luchar contra la enfermedad tan solo ha sido posible desde que, a finales del pasado año, pudo dar comienzo el proceso de vacunación de forma masiva.
Cada país adoptó una estrategia diferente, o no tan diferente, para llegar a la inmunidad de rebaño (y que algunos incultos que dicen que eso es llamar vacas a los españoles pregunten por favor a los científicos a ver cómo se dice). Una inmunidad que, antes de que la súper contagiosa variante delta del coronavirus hiciese su aparición, se calculaba en un 70% de la población vacunada. Los diferentes estados programaron porcentajes y fechas. Algunos, de una forma un tanto demasiado optimista, hicieron coincidir el momento previsto para alcanzar la inmunidad de rebaño con sus fiestas nacionales, como es el caso de Estados Unidos (4 de julio) o Francia (14 de julio). En España el gobierno planteó una fecha más realista: finales del mes de agosto.
Y es que, para disgusto de algunos, España se acerca ya al objetivo fijado. Incluso en diversos ámbitos lo supera. Así, a 18 de agosto de 2021, el 64% de la población total había recibido las pauta completa de los diferentes tipos de vacunas administrados. Si nos atenemos a la población diana, la parte de la población total que iba a ser vacunada en un principio, el porcentaje asciende al 75%. Y aun mayor, naturalmente, es la proporción de personas que han recibido al menos una dosis, De hecho España es uno de los países con mayores porcentajes de vacunación de Europa y del mundo.
Y esto es mérito de todos. Tanto del gobierno central, quien recibe y redistribuye las vacunas con bastante rapidez y eficiencia, hasta de las Comunidades Autónomas, encargadas de conservar y administrar dichas vacunas. Sin embargo, si un observador extranjero tuviese a bien consultar los medios de comunicación españoles, creería que España es un desastre en este sentido. Sobre todo porque algunos líderes (y aspirantes a líderesas) de la oposición, ayunos completamente de conocimientos sobre el tema y, lo que es peor, de espíritu de colaboración y amor a su país, no paran de criticar la estrategia nacional de vacunación y de denostar por sistema lo realizado sin haber consultado siquiera cómo va la cosa. Y peor aún, sin tener en cuenta el hecho de que muchas de las comunidades que su partido gobierna ocupan las últimas posiciones en porcentajes de vacunación.
Pero no. No se debe caer en este juego miserable, dada la gravedad del asunto y la necesidad de unidad y de coordinación. Porque hay vidas humanas, y muchas, en juego. Y también una economía nacional que parece estar recuperándose a marchas forzadas, tras meses de reclusión y limitaciones, del desastre que ha supuesto la COVID-19 . Aunque sería no ya necesario, sino imprescindible, preparar el país para que cuando una nueva pandemia nos golpee (y estad seguras/os de que así será en un futuro no muy lejano) estemos realmente preparados para enfrentarla en sus embates iniciales. Algo para lo que prácticamente ningún país había previsto plan y medios. Pero el mal de muchos no debe consolarnos. Lo que hay que hacer es construir y mantener la infraestructura básica, los recursos y los planes de contingencia necesarios para que no nos vuelva a ocurrir lo que nos ocurrió con la COVID-19.
Y podemos también congratularnos de que las cosas, al final, estén saliendo razonablemente bien. Porque los altísimos porcentajes de vacunación han logrado que la quinta ola de la pandemia en España, la desencadenada por la variante delta y la insensatez de unos cuantos, haya ascendido rápidamente, sí, pero esté descendiendo también a un ritmo muy rápido, siendo su virulencia y su mortalidad muy inferiores a oleadas anteriores. Esto, naturalmente, jamás será reconocido por algunos, todos sabemos quiénes. Pero es un hecho cierto, y por fin se puede decir que los planes, al menos en esta ocasión, parecen estar saliendo bien.
Algo que a mí, y supongo que a casi todo el mundo, nos encanta.
