Siento que viví en la prehistoria porque soy cada mujer del mundo antes de nacer, y cuando muera vaya donde vaya estaré orgullosa de todas ellas. No diré como me llamo porque no importa, apenas 3 horas me quedan para morir, y no derramé una sola lágrima por mi desgracia, las derramé por las demás personas que viven infelices ante un país que arranca el corazón a cualquiera como el mío.

Hace un año, decidí hacerme pasar por un hombre y me adentré en el ejército para ver el mundo. Cada noche rezaba para que algún día alguna mujer demostrara al mundo que somos capaces de elevar los pesos más pesados tan solo con maña, porque somos huracanes con unas ganas tremendas de manifestarnos y sin embargo aquí somos un estorbo para la sociedad.

Un día, decidí ser quien soñaba y escribí cartas a todas las mujeres que conocía para que fueran reviviendo su alma, y, cuando recibí cartas de numerosos grupos de mujeres, salí, me solté el pelo, dejé mis pechos sin ocultar, y vestida de militar grité a todos los hombres que era una mujer, que hice todo lo que ellos hicieron y que me daba igual morir si era por mis derechos. Me hirieron con látigos hasta que no me podía mover y con sacos encima me hicieron ir hasta mi celda. La celda, en la que ahora escribo.

Os oigo, os oigo a todas gritar valiente desde aquí dentro y os doy las gracias, esto lo hice por vosotras y estoy orgullosa de ello. Antes de morir quiero deciros que no, no soy valiente, es más, tengo miedo a muchas cosas, por eso, porque si yo sola he conseguido despertar a todo el país, vosotras podéis hacer mucho más. Hace sol, sol oscuro, oscuro como mi muerte. Os deseo mucha suerte a todas, vosotras podéis. Hasta mucho, espero.