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Sabado, 20 de Abril del 2024
Saturday, 09 April 2016

Hartos

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Tino Mulas Tino Mulas

CLR/Tino Mulas.

Los españoles estamos hartos. Bueno, no todos. Algunos, muy pocos, no.

Me explico. El pasado domingo salía a la luz el enésimo escándalo de evasión de impuestos y delitos fiscales. En esa nueva lista de defraudadores no estaba yo. Ni tú, querida lectora. Ni tú tampoco, querido lector. Estaban… pues los de siempre.

 

Gente poderosa. Gente con muchísimo dinero. Grandes empresarios, familiares del Jefe del Estado, futbolistas de mega-élite, cineastas, políticos y familiares de políticos, grandes empresas. Todos ellos con un rasgo en común: tener mucho, y no querer cumplir con sus obligaciones hacia el fisco, hacia la nación y su pueblo.

 

Y eso que España es el paraíso de las grandes fortunas. En España no es que los ricos paguen muy pocos impuestos; es que muchos de ellos no pagan nada, y algunos incluso obtienen dinero del Estado, en forma de devoluciones de impuestos (porque no declaran lo que en realidad ganan y alegan como gastos deducibles muchos gastos personales) o ayudas para variopintas actividades. Aquí ofrecemos a los grandes capitales ventajas casi propias de paraísos fiscales, como las SICAV (que permiten al muchimillonario pagar apenas un 1% de impuestos) o una vigilancia muy laxa en cuanto a la evasión de capitales, el fraude fiscal o la corrupción. Siempre, insisto, que se sea muy, muy rico.

 

En esta semana los técnicos de Hacienda han hecho públicos ciertos datos que, a mi modo de ver, reflejan perfectamente la actitud ante estos fraudes. Por ejemplo: el Ministerio de Hacienda apenas dedica un 20% de los recursos de los que dispone a perseguirlos, y cuando se hace, se apunta mucho más hacia el pequeño fraude que hacia el grande. Se habla de cantidades astronómicas que se dejan de recaudar; los propios técnicos de Hacienda hablan de 70.000 millones de euros anuales, tres veces más que los recortes totales que se han hecho. Y advierten de que ésta es una estimación conservadora, ya que al fraude es, por definición, algo oculto.

 

Hay políticos que afirman sin pudor que un mayor rigor y un tratamiento menos favorable con respecto a las grandes fortunas harían que éstas se fueran de España. Y yo me pregunto: ¿para qué las queremos? No generan riqueza, no pagan impuestos, no invierten en el país salvo en operaciones especulativas que más bien tienen el efecto de perjudicar a los españoles. De hecho, el agujero que tienen ahora mismo las arcas públicas españolas se debe a que se ha trasladado casi todo el peso de los impuestos a quienes menos tenemos, hacia los trabajadores, hacia las clases bajas y medias. Un dato, también hecho público por los técnicos de Hacienda: el impuesto de sociedades, que pagan sobre todo las grandes empresas, ha visto disminuir su recaudación un 50% en los últimos años. Revelador, ¿no?

 

Pues eso. Cada año que pasa el reparto del esfuerzo fiscal en España se hace más injusto, por lo que el Estado recauda cada vez menos, lo que lleva a recortes y endeudamientos públicos que sólo afectan a quienes más necesitan de la asistencia del Estado. Y los recortes, para más inri, vienen después acompañados por bajadas de impuestos que se venden como una ayuda para todos los españoles, pero que a quienes más benefician, sin comparación, es a quienes más tienen. España se parece cada día más al célebre libro de aventuras Robin Hood. Pero con un pequeño matiz: aquí se roba a los pobres para dárselo a los ricos. La injusticia es rampante, y quienes deberían hacer algo para evitarlo se ven mezclados en no pocas ocasiones en chanchullos y corruptelas que día sí, día también, abren los noticiarios y encabezan las primeras planas. Es ya tan habitual que parece que estuviéramos anestesiados contras estas noticias. O eso es al menos lo que pretenden quienes dirigen nuestros destinos, ya sean económicos o políticos.

 

Pero no. No estamos anestesiados. Estamos hartos. Porque nosotros, los pobres, los que nos ganamos el pan con el sudor de nuestra frente, somos en nuestra mayoría gente honrada, gente solidaria, gente que cumple, quiera o no, con sus obligaciones hacia el Estado, hacia los demás españoles. Somos patriotas, los patriotas, porque hacemos lo que tenemos que hacer por el bien de nuestro país. Estamos hartos de que se nos diga que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, de que el sistema es insostenible, de que no podemos seguir así. Estamos hartos de que nos quieran hacer comulgar con ruedas de molino hechas de trampas, de mentiras, de fraudes, de corrupciones, hechas para moler el trigo de quienes no sólo se conforman con ser ricos y poderosos, sino que lo quieren ser aún más, quitándonos a quienes menos tenemos lo poco que poseemos.

 

Y fíjense el lector o la lectora, que si antes se decía “soy pobre, pero honrado”, ahora deberíamos decir “soy honrado, luego soy pobre”. Con las naturales salvedades; no pretendo afirmar que todos los ricos defraudan, pero ya lo dijo Jesucristo: “es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos”.

 

Y en España, me temo que aún más.

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