Si hubieses nacido en Francia, en vez de Murcia; quizás serias reverenciada como una segunda Piaf y el reconocimiento como artista sería mucho mayor, no crees?-- --Me hubieran dado posiblemente la "Legión de Honor", contestó con cierto aire irónico. Nos conocimos en los estudios madrileños del fotógrafo Serapio Carreño, a mediados de los ochenta. Fui a recoger unas diapositivas para ilustrar carteles y catálogos de una exposición mía en Segovia y ella recién salía de posar para unas fotos. Carreño, gentilmente nos presentó, aludiendo al origen murciano de ambos.

A simple vista daba impresión de una mujer engolada, distante y fría, pero no era mas que una estrategia para protegerse. Serapio era su fotógrafo de confianza, quien le hiciera la mayor parte de reportajes gráficos, incluidas las fotos posando desnuda en su casa de Ibiza y que fueron publicadas en el semanario "Interviú". En aquel primer encuentro apenas se habló de Murcia, si en cambio del gran músico que fuera Waldo de los Rios, y que tan positivo fue en sus comienzos, arreglando y potenciando aquellos poemas que pasarían a ser canciones inmortales. Le dije, que su canción "Amores" podría estar entre las diez mejores canciones de amor de la historia de la música. Ella respondió con una mirada tremendamente iluminada y un gesto entre altivo y una pizca indulgente. Un elocuente y casi tímido "gracias" cerró el tema.

De sus estancias en Londres y París traería una imagen que nada tenía que ver con lo habitual. Fue la primera mujer en aparecer ante las cámaras de televisión en pantalones vaqueros. Y al personal le costó asimilar a una artista vestida de negro riguroso entonando canciones de rebeldía y amores ambiguos. Porque sus canciones eran plegarias de amor con segundas lecturas que denunciaban desigualdades, prejuicios sociales e injusticias; pero siempre sin acritudes, con suma elegancia y el tono justo de quien sugiere, de quien no ordena nada....

Bebió la vida en tragos largos, preservó su intimidad hasta la extenuación. Gustaba de los coches y manejaba la mecánica con mayor presteza que algunos profesionales. Su cuerpo menudo, que recordaba a Edith Piaf, se agigantaba en el escenario y la fuerza interpretativa dejaba atrás su aparente fragilidad física. Así era la mujer que paseaba en un cochecito descapotable rojo por la Gran Vía madrileña, ataviada con un pañuelo al cuello también de color rojo y que recibió la "extremaunción" varias veces. Quizás, por su vida nada convencional, la crítica social de sus canciones y ser un referente para muchas mujeres que optaron por otras formas de vida; el gobierno murciano nunca le tributó el homenaje que mereció, habiendo sido la artista de mayor trascendencia de la Murcia contemporánea.

Y se marchó, precisamente en esa ciudad; entre aromas de primavera, un martes santo, en la previa de los "salzillos" y un regusto de incomprensión y tristeza. Sus cenizas fueron arrojadas al mar, el mismo mar que cantara tantas veces, donde vivió el protagonista de "Un hombre marchó"; es decir: su padre.....