¿Qué quiero decir con esto? Pues que muchas veces salimos más allá de nuestras fronteras a buscar cosas que aquí tenemos en cantidad y calidad. Conocer otros países está muy bien. De hecho nos quita el óxido de ese provincianismo del que a veces hacemos gal y convertimos en nuestra esencia vital. Pero este año deberíamos centrarnos en lo nuestro. En España.
Y eso por varios motivos. El primero, porque la crisis de la que parece que estamos saliendo ha hecho mella en nuestro sector económico más pujante, el de la hostelería y el turismo. Y no solo por los millones de turistas que no han venido en estos tres últimos meses a nuestro país, sino por los que puede que no vengan este verano. Porque el miedo es libre, y a pesar de que la Covid-19 esté flojeando y casi controlada en España, muchos potenciales visitantes extranjeros preferirán quedarse en sus países este verano, cuando no directamente en sus casas. Y la única forma de paliar en parte este situación que puede llegar a ser traumática será que nosotros, los españoles, nos decidamos este año a pasar nuestras vacaciones en nuestro país. Es decir, que seamos patriotas pero de verdad, no de pandereta, que hagamos algo por nuestro país que, por otra parte, acabará redundando en nuestro propio beneficio, ya que la riqueza que se genere en nuestro sector turístico tirará después de otros sectores productivos del país, paliará la crisis y será buena para todos.
El segundo motivo tiene que ver con el desconocimiento que de España tenemos los españoles. En otros países vecinos, como en Francia o Portugal, sus ciudadanos tienen la sana costumbre de intentar conocer mejor sus naciones antes de lanzarse al mundo a descubrirlo. Pero en el nuestro hay gente que prefiere ir a la Rivera Maya antes que a Lanzarote, o a París, Londres o Nueva York sin apenas conocer Madrid, Barcelona o muchas pequeñas y medianas ciudades patrias que ofrecen como mínimo los mismos (y la mayoría de las veces más) encantos y atractivos que sus homólogas extranjeras. Encantos entre los que se encuentran una de las más ricas (para muchos expertos la más rica) gastronomías del mundo, una riqueza artística que, por nuestra agitada historia y los muchos pueblos que aquí se asentaron, no tiene prácticamente parangón en el planeta, una variedad de paisajes que ni siquiera imaginamos y que sin duda nos sorprenderán y una diversidad cultural que, lejos de rechazar, debemos considerar como una riqueza y un patrimonio únicos para nosotros. Vamos, que sin ánimo de exagerar tenemos de todo y en cantidad. Y es una auténtica pena que muchos de nosotros apenas hayamos disfrutado de nuestro propio país.
Y en tercer lugar, y todo hay que decirlo, porque los precios del sector turístico español suelen ser los mejores de todo el panorama internacional. Es posible encontrar algunos más baratos en el extranjero, sí, pero la relación calidad precio de las tarifas que ofrecen nuestros hoteles y establecimientos hosteleros no tienen competencia. De hecho si anualmente nos visitan hasta ochenta millones de turistas será por algún motivo, ¿no creéis? Nuestros hoteles son en prácticamente todos los casos muy superiores en calidad y servicios a los de la misma categoría en el extranjero. Nuestros restaurantes son también joyas de su ramo, con un servicio esmerado, una oferta gastronómica abundante y unos precios más que adecuados. Nuestras atracciones turísticas y culturales son de lo mejor que se puede encontrar. Y todo ello, repito, a precios difícilmente batibles.
Resumiendo: este año toca España. Será bueno para nosotros, bueno para el sector turístico, bueno para todo el país. Y nos esperan con los brazos abiertos. Además, ni siquiera nos hará falta aprender otros idiomas.
Seguro que en todas partes nos entienden.
