Uno de esos vídeos, de cuatro minutos y medio de duración, recoge la situación generada hace pocos días, en el pleno municipal ordinario de septiembre, cuando el normal desenvolvimiento del ameno cónclave consistorial fue interrumpido por dos grupos de vecinos, que protestaban, en un caso, pancartas incluidas, por los desagradables malos olores que vienen soportando desde hace años en su entorno, derivados, según todos los indicios, del mal funcionamiento crónico de la depuradora de Ascoy, y, en otro caso, por las calamitosas condiciones de vida que siguen soportando, desde tiempo inmemorial, los vecinos del promontorio infame e infamante del Cabezo de la Fuensantilla, a la vera de espléndida autovía y patético ferrocarril. Dos problemas endémicos de este pueblo con los que se han venido estrellando desde hace décadas todos los partidos políticos, azules o colorados, que han tenido responsabilidades de gobierno (es un decir) en el Ayuntamiento de Cieza. Y el pueblo, claro, la ciudadanía, están hartos, y con sobrada razón. Y ahora pues van y se lo dicen a la cara. Molesta, ¿verdad? Son piedrecicas en el zapato…

El de los malos olores es problema cuya realidad constata mi sufrida pituitaria, día sí y otro también, en dos puntos concretos de los paseos matinales de este ser humano ambulatorio y deambulante: la zona de los contenedores emplazados junto al colegio José Marín, con peste a mierda pura “retestiná”, hedor realmente asqueroso y vomitivo, y la zona de desembocadura en el río de la rambla del Realejo, junto al nuevo Puente del Argaz, o de la Policía, donde a la “penste” (así con “n” que es más peste) -aún peor aquí por rara, bioquímica, inquietante e indescifrable-resulta difícil buscarle similitudes con pestes conocidas de cualquier naturaleza; allí, el chorrico de agua, aparentemente límpida y transparente, vierte incansable su fétida y nauseabunda pestilencia sobre las aguas todavía briosas y abundantes del río, mientras un paciente pescador, a todas luces inmune al mal olor (aparentemente se trata de un pacífico jubilado, si bien podría tratarse de un siniestro asesino (sic), según las nuevas, beligerantes y descacharrantemente ridículas y descabelladas plataformas veganas, que ése es otro de los vídeos de éxito en guasaperas redes sociales esta semana, que voy a despachar sin más con un displicente y expeditivo “mira, nena, nenica, nena, que te folle un pez”, dirigido a la vegana esa portavoz, de recortado flequillo adolescente y cara de avatar), intenta (el jubilado, que decía y digo por fin) que pique algún despistado e incauto pececillo. La segunda reivindicación planteada por los vecinos en democrático ejercicio directo de aquí te pillo, aquí te mato, era asunto también muy antiguo pero nada venerable: el problema de decrepitud, miseria y falta de servicios del enclave marginal del Cabezo de la Fuensantilla, una vieja reminiscencia tercermundista que recuerdo que ya existía, pero quizá como un elemento típico de la miserable España de entonces (supuestamente en la de ahora, el contraste debería ser incluso más chirriante y menos admisible) cuando allá por la Navidad de 1965, con apenas catorce años, tuve ocasión de patear aquellas callejuelas empinadas y estrechísimas para contemplar un Belén viviente montado allí por las Juventudes de la JEC (creo que Juventud Española Católica) en el que la Virgen María era nada más y nada menos que María Dolores Martínez Rojas, hermana de quien sería bastantes años después alcalde socialista de Cieza, Francisco Martínez Rojas y esposa del reputado pintor ciezano Antonio Buitrago Puche, y cito este dato, del que a lo mejor ni ella se acuerda ya, porque se quedó indeleblemente grabado en mi portentosa memoria de joven y torturado adolescente al tiempo que aplicadísimo estudiante (que lo fui, caramba, que lo fui. Otros presumen, tantas veces sin fuste, de otras cosas, por ejemplo de libros plagiados, pues déjenme a mí presumir de eso, que acreditado y certificado está). En este vídeo, grabado por el periodista ciezano todo terreno, verdadero free lance y omnibusman, Claudio Caballero (si fuera alcalde propondría para ti, oh insigne Claudio Caballero, aunque se me acusara de nepotismo, el nombre de una calle…por lo menos) se recoge la intervención de una decidida “comunera” a la ciezana, una rubia, aguerrida, garbosa y estilosa Mariana Pineda, la heroína del Cabezo, que supo mantener, de pie, incólume, altiva, siempre digna, centurión mediante, su posición frente al alcalde, hasta que obtuvo de él el compromiso de recibir a los vecinos protestones del Cabezo, el miércoles pasado (desconozco los resultados de la gestión, pero tampoco es eso, aquí y ahora, lo que más me importa),. Supongo que no se habrá resuelto nada. Buenas palabricas, balbuceos inconexos del poder ante la presencia incómoda e insoslayable del pueblo llamo, sin protocolos, ambages, florituras, reblandecimientos mentales ni vesánicos retorcimientos para encauzar, adormecer y poner sordina, hasta los próximos pitos y tambores de la Navidad, a la más que justificada protesta. Son situaciones que duelen, que no se olvidan, que quienes ostentan el poder político piensan que su sacrificio no las merece, pero a las que se tienen que ir acostumbrando, porque, además, si vuelve la crisis como parece, esto sólo ha hecho que empezar…