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Jueves, 15 de Mayo del 2025
Friday, 25 December 2020

El Viaje (Final) a Ninguna Parte. “JUANI”

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Juana Dolores Guillén Ruiz Juana Dolores Guillén Ruiz

CLR/Bartolomé Marcos.

¡Aún no me lo creo! No me puedo creer que se haya ido. Menuda, diligente, activa, hacendosa, prudente, discreta, medrosilla, preocupada siempre por todo y por todos, servicial a tiempo completo. Abnegada. Cariñosa. Dulce. La perfecta casada de Fray Luis de León. La prudencia en la mujer.

Pienso en ella y me sale siempre la imagen de una mujer ajena al paso del tiempo, viva y vivaracha, dispuesta, afanosa y afanada en las cosas de su casa, al tiempo que inquieta y preocupada hasta el punto de implicarse en un proceso de formación permanente (ya bien pasada la cincuentena llegó a embarcarse en estudios universitarios para personas adultas), pendiente siempre de los suyos, de su familia, de sus hijos Pedro y Mari Carmen, de su marido, de sus nietos, como un ángel del cielo que no estaba hecha para la vida, aunque la dignificaba (la vida) con la benéfica y positiva aura que irradiaba en derredor. Aún no me lo creo: Juani no está muerta, no puede ser. Pero el mensaje de guasaps de mi amigo del alma de toda la vida, Pedro José Lucas Díaz, “Pedrito” como los más íntimos lo hemos conocido desde las más remotas reminiscencias del lejano paraíso perdido de la infancia, en la madrugada del miércoles, 18 de Noviembre, no dejaba margen ni lugar para la duda o el error: queridos Bartolo y Merche, quiero comunicaros una muy mala noticia. Mi querida y amada esposa Juani, se nos ha ido de este mundo anoche a causa de una afección cardíaca. Estará en el Tanatorio Estavesa desde las 08:00 horas y el funeral será el jueves a las 10 allí mismo. Posteriormente, se llevará a cabo la cremación, tal como ella deseaba. Luego, llevaré sus cenizas al panteón familiar en Cieza. Un abrazo.

 

La salud de Juana Dolores Guillén Ruiz, “Juani”, se había deteriorado bastante en los últimos meses, con una preocupante afección cardíaca, ante la que, sin embargo, nadie contemplaba que pudiera producirse tan desgraciado y rápido fatal desenlace, que nos sorprendió a todos, conocidos, amigos y familiares. Pareciera que Juani se había querido ir sin mucho ruido, sin molestar, acostumbrada como estaba a servir a los demás por encima de que los demás la sirvieran a ella. Así cuando en aquella madrugada de un noviembre de fríos aún inciertos y luces de Navidad tempraneras todavía sin inaugurar recibí aquel fatídico guasaps, sin remisión posible, sólo pude responderle con palabras salidas del corazón: “Un mazazo, Pedro. ¿Qué puedo decirte, amigo del alma? Sé que Juani era, desde siempre, por siempre y para siempre, tu vida toda, entera, tu fiel, incondicional y devota compañera, confidente y amiga. Me consta cuánto os queríais. Sí, sé bien cuánto os quisisteis siempre, desde los primeros balbuceos torpes del cortejo adolescente hasta la serenidad plena del amor maduro de vuestro proyecto libre de vida en común para siempre por decisión soberana de vuestro corazón e impulso irrefrenable de vuestras gónadas. Sé que las palabras sirven, en estos momentos, de escaso consuelo, pero es tiempo y ocasión de recordarla como lo que siempre fue: leal compañera de vida para todo, atenta, fiel y amante esposa y, como persona, para todos, un pozo inextinguible de generosidad y de bondad. Pedro, no hace falta que te digamos que la queríamos mucho, que sentimos en el alma tu pérdida (que es también la nuestra) y que, aunque los tiempos son complicados y hoscos (ahora aún más sin Juani) nos sigues teniendo, de corazón, a tu lado.

 

El caso es que, sea como fuere, empiezo, inevitablemente, a vivir de recuerdos. Mi infancia está muy lejos, a no sé cuántos años luz, pero la siento a mi lado, incluidos olores, sabores y sensaciones sinestésicas de todo tipo en heterogénea amalgama. Y Juani formaba parte de la pandilla de chicas ciezanas que hacia 1966 se convirtió en nuestra particular versión a lo docudrama doméstico y pueblerino de “La vida sale al encuentro”. Ella formaba parte del grupo de chicas, Josefina, Angelita, Paquita, Mari Ángeles, Felisa…Juani (eran nuestras Karin), con las que el grupo de chicos que éramos nosotros, Pedro Luis, Pedrito, Miguel Ortuño, Paco, Antoñín, yo mismo, nos empezamos a relacionar, y descubrimos los guateques, la música melódica, y los estremecimientos del roce de los cuerpos, que casi nunca llegaban a producirse, allá por los años 65 y 66, cuando rondábamos los quince-dieciséis añitos, y que fueron germen de algunas relaciones posteriores, fallidas en algunos casos, y de duraderas historias de amor en otros, como en el caso de Juani y Pedrito. Creo recordar que en alguno de aquellos guateques, precisamente en la sala de estar de la casa familiar de Pedrito, Juani, viéndome cortado y tímido casi patológico como era, ¡me sacó a bailar!. A mí…Tierra, trágame. No me negué, pero apenas si di dos pasos, mal acompasados, porque la mía para el baile era torpeza manifiesta y seguro de proverbial y casi antológico envaramiento. Le he agradecido siempre el gesto aunque mi debut como bailarín no recuerdo que fuera muy afortunado; un gesto con el que ella sólo buscaba la mejor integración de un mozalbete introvertido con muchos granitos en la cara, recién llegado de un internado de curas, vamos, la mejor adaptación a la vida social de una rara avis. No se me ha olvidado nunca ni se me olvidará. Como no se me olvidará ella, Juana Dolores Guillén Ruiz, Juani, con la que después hemos compartido las bodas de nuestros hijos e hijas, cervezas en el Gran Vía de Cieza, o viajes y excursiones; entre otros, un viaje por tierras castellanas, otro por Galicia, un viaje por Andalucía, acompañados también por Marta, la voz altoparlante del GPS que me regalaron en la FORD por la compra del catastrófico Mondeo en el que hicimos el viaje a Andalucía en el año 2007, o el extraordinario viaje a París, el sueño de una vida, cuando empezábamos a transitar la cincuentena (con Juani ha descargado antes el hachazo la muerte tempranera y nos la ha arrebatado con apenas 68 años, una pena y un dolor, porque aún pensábamos que le quedaría vida por vivir).

 

El 20 de Noviembre me remitía un nuevo guasaps mi amigo Pedrito. Decía así: mi querido Bartolo, está mañana estaremos en el Cementerio de Cieza sobre las 11 de la mañana para depositar las cenizas de mi querida Juani. Me gustaría, si podéis, daros un abrazo. Nos lo dimos, a pesar del distanciamiento impuesto por este tiempo hosco que vivimos. Allí, en una modesta urna, quedaron depositados los restos mortales de Juani, que se nos ha ido en vísperas de una Navidad triste, que será más triste aún sin ella. Hamlet muere y sus últimas palabras fueron: «El resto es silencio». Un silencio, añado yo, donde sólo resuena el eco apacible y suave de los buenos recuerdos de una persona buena.

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