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Viernes, 04 de Octubre del 2024
Friday, 29 May 2020

El Viaje a Ninguna Parte. La leyenda negra (…española, por supuesto) (II)

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Bartolomé Marcos Bartolomé Marcos

CLR/Bartolomé Marcos.

Mi buen amigo y contertulio Cipión se nos ha vuelto investigador paciente, denso, concienzudo y profundo. Sigue ahondando en nuestra infausta Leyenda Negra, que, como la Lengua, fue también compañera del imperio ¡Ah el imperio! Son, de nuevo, las envidias, también negras, como la peste, como el coronavirus, envidias intrigantes, acomplejadas, oscuras e insidiosas.

Alonso Quijano, el Bueno, lo platicaba con el bueno de Sancho, como yo lo vengo platicando con Cipión. Sí, no se trata más que de la envidia subyacente en el conocido refrán “ladran, luego cabalgamos, amigo Sancho”…aunque, bien mirado, tampoco sé yo si últimamente, cabalgamos tanto…

 

Pues sí, Berganza: amasada por los vanidosos intelectuales del Humanismo, la Leyenda Negra Española empezó a cobrar forma en Italia, por la sencilla razón de que hacia allí se dirigió la inicial expansión territorial del imperio español. Y un episodio de la leyenda negra referido hasta la saciedad por los intelectuales fue la guerra que enfrentó a las tropas imperiales de Carlos V contra la Liga Pontificia, en 1527, y que culminó con el saqueo de Roma. Se afanaron todo lo que pudieron, y más, en poner de relieve que fue una acción perpetrada por los depravados españoles. La idea inicial del emperador era meter el miedo en el cuerpo a un insolente Papa Clemente VII que se la tenía jurada, pero ya se sabe que cuando a las levas se les da manga ancha sacan lo mejor de cada casa. Sin embargo, poco o nada se dice en los anales de la Historia Oficial acerca de que las tropas estuvieron dirigidas por un Borbón francés; y además, que de los 34000 soldados que participaron en el suceso solo 6000 eran hispanos, el resto eran alemanes e...¡italianos! (Válgame Dios, y esto no venía en mi libro escolar de Historia).

 

Esta actitud reflejaba el ambiguo sentimiento que los italianos de aquellos tiempos tenían hacia los españoles: de admiración, cuando les sacaban las castañas del fuego; y de resquemor, pues es posible que se creyeran superiores a los hispanos (a los que consideraban primitivas bestias extranjeras) solo por desarrollar su existencia en la misma tierra que perteneció al extinto Imperio Romano (pero, claro, eso sería tanto como ignorar que tres de los más grandes emperadores romanos que ha habido, Adriano, Trajano y Teodosio fueron... ¡españoles!). De cualquier manera, los italianos tenían, al igual que nosotros, una lengua que derivaba del latín y también una misma religión católica, por lo que no nos tuvieron el odio visceral que caracterizó a los bárbaros protestantes del Norte.

 

Conforme el imperio fue expandiéndose irían añadiéndole capítulos a la Leyenda Negra los lumbreras de los Países Bajos, Suiza y Alemania usando el mismo leiv motiv que los italianos, pero añadiendo argumentos más dañinos, como la presunta intolerancia religiosa católica española y la sanguinaria Inquisición. Llegados a este punto cabe preguntarse si los luteranos y calvinistas, por ser religiones de nueva factura, acaso se presentaron al mundo sin sombra de duda y como un dechado de moralidad; vamos, algo así como si de unas monjas benditas de la caridad se tratara. Repasemos, más bien, la Historia...

 

El teólogo y científico español Miguel Servet fue quien descubrió el mecanismo real de la respiración pulmonar. Servet era de ideas religiosas revolucionarias y tuvo el honor de granjearse las iras de propios y extraños, pero fueron los protestantes los que dieron cuenta de él. Servet fue apresado en Ginebra y quemado vivo en la hoguera en 1553 por orden de Calvino, el reformista luterano suizo, y no porque fuera un científico, ni siquiera por su condición de español, sino por incomodarle sus ideas religiosas, aun cuando era también protestante como él. No obstante, el piadoso Calvino propuso para Servet una muerte algo menos traumática: la decapitación, pero los trámites para mandarlo al más allá ya estaban en marcha y sería el fuego finalmente el que elevara su alma al cielo.

 

Los intelectuales flamencos se valieron de su repulsivo racismo para estigmatizar el escaso aprecio por la pureza racial que veían en los españoles: un poco mora, otro tanto judía, una parvá de cristiana y una miaja goda. Este mestizaje, tan característico del imperio español y tan denostado entonces por nuestros enemigos, está ahora puesto en valor, paradójicamente, por los intelectuales de esas tierras como un signo elevado de progreso, de tolerancia y de globalización. Sin embargo, la perenne hispanofobia de aquellas gentes no ha mermado un ápice su fragor, y prueba de ello es el acogimiento fraternal y entusiasta que brindan a etarras, encausados y proscritos de la justicia española, los cuales siguen alimentando el odio y la ruptura de España como nación, para entera satisfacción de sus protectores. Y esto será así por los siglos de los siglos, pues, según Roca Barea, "la identidad colectiva de los pueblos protestantes está levantada sobre la denigración de los católicos y, entre estos, España ocupa un lugar de honor". Un abrazo querido Berganza. Cipión el rebelao.

 

Sentido práctico, menos Quijote y una miajica más de Sancho, querido Cipión. Es lo que nos hace falta en España. Si hiciéramos como en Holanda, por ejemplo, que con los ancianos no se molestan lo más mínimo en aplicarles remedio sanitario alguno que pueda prolongar su vida, y menos aún si hay un joven productivo en la misma situación que él, en España no tendríamos más problema. Allí se hace firmar a los familiares el consentimiento para que lo despachen al otro barrio mediante una eutanasia oficial, sistema progresista que nuestro gobierno parece que está loco por implantar también aquí cuanto antes. Pero en España todavía tenemos algo inédito que no se ve ni por el forro en ningún otro lugar de este nuestro mundo occidental. Y es que valoramos, respetamos y queremos a nuestros mayores. Y hasta los profesionales se juegan el tipo por ellos. Porque si no, ¿cómo se explica que aquí haya el mayor número de sanitarios contagiados del mundo? Este arrojo y esta humanidad dice mucho de nosotros, y dice bien, y muy poco de aquellos paladines del progresismo y de la civilización que forjaron la leyenda negra española que nos retrata como seres poco menos que demoniacos.

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