Durante muchas décadas el patrimonio cultural de personalidades y coleccionistas de Murcia se ha disuelto perdiéndose un importante legado para generaciones futuras. Unas veces por el desinterés de la administración o la siempre eterna falta de recursos económicos para estos proyectos, y otras por la desilusión del propietario y herederos ante la ignonimia de turno.
Iniciando un breve recorrido por nuestra reciente historia; el belén de D. Francisco Salzillo y su correspondiente venta estuvo muy cerca de acabar con su salida de Murcia, a principios de siglo XX, de no ser por la intervención desinteresada de varias personalidades del momento para que dicha colección quedara en Murcia. Otros conjuntos no tuvieron la misma fortuna, como la biblioteca de D. Antonio Pérez Gómez (vendida por sus herederos), la colección de dibujos de D. Manuel García Viñolas (adquirida por la Fundación Mapfre), la colección artística de D. Ramón Martínez Artero (disuelta entre sus herederos y vendida), la colección de juguetes de Ballester… Lamentablemente al fallecimiento del propietario o coleccionista el espíritu que le llevó a comprar, conservar, restaurar, divulgar, compartir, proteger y acumular esas piezas se pierde, el vínculo entre las piezas y el propietario es muy personal.
En la mayoría de ocasiones los herederos o instituciones en su caso no asumen esa responsabilidad y por diversas circunstancias suelen liquidar tal empresa, algunas veces de forma abrupta y puramente mercantil, aunque en su legítimo derecho están. Cierto es que al desprenderse de esas piezas hacen muy feliz a otros al completar la colección ajena y mantener su transcurrir en el tiempo, aunque nuestro patrimonio material se empobrece ante la falta de iniciativa de las instituciones públicas competentes. Lo cierto es que tal patrimonio no es respaldado por la administración pública, tan inmersa en proyectos faraónicos fugaces sin valor estratégico cultural y sin embargo tan débil en preservar y proteger patrimonios privados de reconocido prestigio nacional e internacional.
En la actualidad, tengo presente varias “colecciones vivas” cuyo final puede ser similar a los mencionados, volviendo a empobrecerse nuestro patrimonio regional, pues en su mayoría son piezas únicas, como: una magnífica colección de primeras firmas de pintura y escultura erótica, otra increíble colección de libro antiguo del Quijote, una biblioteca especializada en libros antiguos y modernos de gastronomía, también mencionar una maravillosa biblioteca y archivo de reconocido prestigio nacional, una colección de planchas antiguas (con más de dos mil piezas), otra biblioteca y archivo de música antigua… ¿Qué ocurre en Murcia? Difícil respuesta. Pero sí podemos aprender tras observar a otras comunidades como negocian, apoyan y protegen al propietario para que este patrimonio no cruce nuestras fronteras y enriquezca nuestra Región.
Quizás nos falte algo de sensibilidad e información con el tema, a la vez que sentirnos orgullosos de nuestras capacidades y recursos sin caer en el chovinismo o la soberbia pueblerina que tanto daño causa a nuestra vista, empobreciendo aquellos discursos que salen del camino trazado.