Llevamos ya dos semanas largas de confinamiento, reforzado ahora tras el nuevo decreto del gobierno. Las cifras hablan por sí mismas, y no doy ninguna porque cuando este artículo vea la luz, dentro de dos o tres días, habrán sin duda cambiado.
Hay quien dice que las cosas van mejorando. Que va a costar, pero que vamos a salir de esta. Otros dicen todo lo contrario e insultan y amenazan a las autoridades con denuncias y tribunales, acusándolas ora de escudarse tras la ciencia y los médicos, ora de no hacer ni caso a la ciencia y a los médicos.
Dejemos el tema para más adelante y veamos cómo nos va a nosotros y a otros. China, de donde surgió el coronavirus que nos ocupa, parece ir recuperándose, pero de día en día las cifras que sobre la pandemia ha ofrecido al resto del mundo parecen menos creíbles. No sólo lo dicen los periodistas, sino los especialistas en el tema, a los que no les cuadra que sólo en la ciudad de Wuhan se produjeran cincuenta mil incineraciones de cadáveres más de lo habitual en los meses de enero y febrero, mientras que la administración apenas reconoce 3316 en todo el país. Tampoco les convence la afirmación china de que la pandemia se inició a finales de diciembre, máxime si se tiene en cuenta la tradicional tendencia del gobierno chino a intentar tapar cualquier mala noticia que afecte a su prestigio o a sus intereses.
Italia, el caso más parecido al nuestro, parece que empieza a estabilizarse. En este país la pandemia ha golpeado con muchísima fuerza en el norte y no tanto en el sur, por lo que la concentración de casos ha hecho más simple enfrentarse a la extensión de la enfermedad. De cualquier forma parece que las medidas de confinamiento decretadas fueron en principio muy poco respetadas, hasta que se hizo evidente la gravedad y magnitud de la enfermedad.
España, como desgraciadamente todos sabemos, está ahora mismo en lo peor de la pandemia. Las medidas de contención iniciales no consiguieron frenar la extensión del Covid-19 y ahora la base de infección (las personas infectadas) es muy amplia, por lo que las cifras de infectados y fallecidos también lo son. No obstante los porcentajes generales se están estabilizando e incluso reduciendo, lo que da cierta esperanza en una mejora que se verá o no confirmada en los próximos días cuando las medidas de confinamiento, siempre que se respeten, revelen su efecto sobre la epidemia.
Francia, nuestro vecino del norte, se enfrenta a un agravamiento de la pandemia a pesar de haber tomado ya hace tres semanas medidas de confinamiento, con unos servicios de salud colapsados en varias regiones. Alemania ha tomado ya medidas de confinamiento y se discute a que se deben sus bajas tasas de mortalidad, aunque es más que probable que no sean tan bajas, ya que en ellas no se incluyen los difuntos que hayan muerto fuera de los hospitales. Gran Bretaña, cuyo gobierno ha tomado medidas demasiado tarde, puede encontrarse en una situación muy apurada en poco tiempo. Peores aún son las previsiones para Estados Unidos, con un Trump que ha negado la pandemia hasta que los muertos han empezado a contarse por miles; y es de temer que sean muchos más los miles de fallecidos que puedan atribuirse en poco tiempo a la irresponsable inacción del presidente.
Y por aquí, ¿cómo vamos? Pues hay que admitir que nada mal. Nuestra Región es una de las menos afectadas hasta ahora por la pandemia, concretamente la segunda menos afectada. Y así se está manteniendo durante semanas. No es que no haya casos, que los hay, ni defunciones, que también y lamentablemente se producen. Pero desde luego no en la proporción en que se verifican en otras regiones de España. Las medidas de aislamiento parecen ser eficaces, y el clima acompaña a medias, con continuas lluvias que dejan un ambiente húmedo poco propicio para la expansión del virus. Ojalá sigamos así por mucho tiempo.
¿Y Cieza? Pues por aquí las cosas están, por así decirlo, estables. Por el momento los casos positivos de coronavirus no llegan ni a un 1‰ de la población; es decir, que ni uno de cada mil habitantes de Cieza está infectado. Hasta ahora la situación parece contenida, pero eso puede cambiar si no se respetan las medidas de confinamiento con suficiente rigor. Así que toca confinarse, y de verdad.
Y luego estamos nosotras y nosotros, encerrados en nuestros hogares y sumidos en una situación que es habitual en la literatura y el cine, pero que en nuestra realidad nunca habíamos enfrentado. Y la sobrellevamos como podemos, algunos mejor y otros peor, pero vamos bandeándonos. Habrá que aguantar y esperar a que esto dure poco. Y si dura mucho, pues también habrá que aguantar.
Que no nos queda otra.
