Este verano está siendo muy muy extraño. No hay fiestas, no hay viajes y el ambiente está enrarecido, aunque nos neguemos a reconocer esta nueva realidad. Todas estas cosas que he citado anteriormente, me complican mucho la labor de que, al frotar mi lamparita mágica, me salga un tema sobre el que escribir.
Ayer noche daba vueltas en mi cama, la oscuridad mandaba, en la calle, como siempre, los comensales del bar de la esquina rompían la quietud del estío. Las redes sociales me daban un poco de luz mientras daba vueltas en mi cama, como decía al principio. Fue ahí, en ese combo formado por redes sociales, cama y oscuridad donde vi un mensaje que dio pie a correr hacia el teclado. El mensaje decía: PRÓXIMAMENTE.
Ayer escuchaba en la Cadena SER el programa A VIVIR QUE SON DOS DÍAS, en uno de los bloques se hablaba de la necesidad de reinventar el turismo y apostar por un turismo más enfocado hacía la educación del visitante y no hacia el consumo de estupefacientes y las fiestas locas. Esa necesidad de reinvención está siendo, cada vez más, evidente en este triste verano; un verano donde el turismo rural está en auge y donde la playa y el sol están encontrándose un fuerte oponente en la España de interior, la que se aleja de masificaciones y busca unas vacaciones de calidad y desconexión. Es ahí, en ese punto, donde entra en juego nuestro protagonista de hoy, y es que: un nuevo amanecer se atisba en lo alto de Siyasa. Un nuevo amanecer, una segunda oportunidad de volver a batir las alas del protagonismo, la importancia y el turismo cultural.
Siyasa ve el final de un largo túnel que la ha tenido muchas décadas abandonada a su suerte. Diversas corporaciones municipales han intentado poner su granito de arena, unas con las campañas de excavaciones en verano, otras con el cubrimiento o la construcción de una casa que, de muy dudoso respeto al entorno, hacía las veces de llamada a la memoria de lo que fue esa gran joya que servía de punto de control del jardín de las esencias que es, todavía hoy, el Valle de Ricote.
Una tras otra, como decía en párrafos anteriores, han intentado un algo con Siyasa, un algo que, si bien ha sumado, no ha terminado de preservar el yacimiento de los efectos atmosféricos, hasta hoy, o, quizás, dentro de unos días. Pero ha llegado.
Siyasa no tendrá que vivir más al raso, ahora será acunada por un magnífico proyecto de ANGOSTO E IBÁÑEZ ARQUITECTOS. Por fin tendremos algo a la altura de lo que Cieza se merece y, por supuesto: Siyasa podrá ser conocida por algo más que por ser una mole de restos islámicos abandonados a su suerte.
Siyasa despertará próximamente tras un año de letargo donde ha visto como su entorno ha cambiado y donde se le ha cuidado y se le ha dado una estructura diferente a la que, hasta ahora, conocíamos.
Siyasa se erigirá, no me cabe la menor duda, como uno de los lugares más visitados de la Región de Murcia. Eso sí, si todas las instituciones ponen el mismo empeño en tal objetivo; de momento el Ayuntamiento de Cieza lo ha puesto, ¿el resto? Es una duda continua.
Es el momento, ciezanos y ciezanas, de hablar de Siyasa como un tesoro por descubrir. Es el momento de invitar a la gente a que nos conozca, porque en Cieza tenemos mucho que mostrar, y ahora tenemos algo que pocas localidades de la Región de Murcia tienen: un yacimiento digno de envidiar y que está viviendo un nuevo amanecer, casi me atrevo a decir que más esplendoroso que aquel amanecer del S.X-XI.
Por cierto, y si no es mucho pedir: una vez que se ha cubierto lo excavado… ¿Por qué no volver a excavar para seguir ampliando ese gran legado que se esconde bajo las piedras de la historia y del faro de Cieza, La Atalaya?
Os espero en quince días, mientras sigo observando la vida