Hagamos que cuando todo esto pase en nuestros ojos siga brillando la luz de la ilusión por recorrer lo que antes era monótono. Si algo bueno puedo sacar del bichito, es la clara idea de que esto nos ha ayudado a hacer patria, pero también pueblo. Nuestros vecinos se han unido para ayudarse los unos a los otros; nuestros vecinos han salido a los balcones para, de esta forma, seguir intercambiando cuchicheos y palabras de ánimo, pero sin lugar a dudas lo que hoy quiero resaltar es la importancia de hacer prevalecer nuestro entorno, por encima de todo, y de todos, cuando todo esto pase.
Hagamos que prevalezca la ilusión por poder correr por el Paseo Ribereño. Hagamos que prevalezca la ilusión por caminar por la Atalaya y poder subir hasta la Ermita de nuestra patrona. Hagamos que todo eso prevalezca.
Debería ser obligatorio que, desde los ciudadanos de a pie hasta la primera institución de Cieza, D. Pascual Lucas, siguiéramos mostrando en los grupos de wasaps o las redes sociales todo lo bueno que tenemos. Ha sido realmente emocionante ver como los grupos de wasaps se llenaban de fotos de gente haciendo deporte por nuestros privilegiados parajes. Ha sido, y debe ser siempre, un deber de los ciezanos hacer de nuestras redes sociales un escaparate donde el mundo conozca que Cieza no es un pueblo más de la Región de Murcia, Cieza es Cieza, y con su nombre debe sobrar cualquier explicación.
Cuando todo esto pase hagamos que prevalezca el amor por lo que somos y tenemos. Hagamos que el mundo conozca nuestra tierra, hagamos que nuestros grupos de wasaps sepan que en Cieza la naturaleza se fusiona con la ciudad, que la vida se abre paso a tan solo unos minutos del centro del pueblo. Hagamos que todo esto prevalezca, pero ojalá prevalezca también el amor por lo nuestro; ojalá prevalezca ese amor que estáis mostrando en el momento de la redacción de este artículo por nuestro Paseo Ribereño. El Paseo Ribereño está ahí los 365 días del año; no se mueve, no descansa y no desaparece, siempre está en el mismo lugar. Por eso espero que, cuando el bicho haya pasado a la historia de nuestra tierra, todos sigamos con ese amor enfermizo que hoy mostráis por el Paseo Ribereño. Deseo fervientemente que cuando todo acabe los padres sigan enseñándoles a sus hijos lo bonita que es su tierra; deseo que sigan sucediéndose las conversaciones a la rivera del Segura; deseo que sigamos llenando nuestros perfiles en redes sociales de fotos de la Atalaya donde el pie de la foto sean frases llenas de amor por lo propio. Deseo que sigáis disfrutando de Cieza con la misma ilusión que lo estáis haciendo estos días. Quizás pida mucho, pero por pedir que no quede.
Ojalá que cuando todo esto pase no nos olvidemos que somos ciezanos, y que eso, más que una palabra, es una forma de vida, es una forma de ser y un sentimiento que, aunque no queramos, brota siempre que nos hablan de nuestra tierra, estemos donde estemos.
Hagamos que Cieza prevalezca siempre entre nosotros, y recordemos que hubo un día que la añoramos. Añoramos sus calles, sus paseos y el carácter acogedor de sus gentes. Añoramos Cieza. Hagamos que Cieza siempre prevalezca y nunca pase.
