El Ayuntamiento de Cieza está desarrollando una nueva campaña de sustitución de papeleras deterioradas y colocación de otras nuevas en zonas donde se necesitan. Y digo nueva porque ni es la primera ni, me temo, será la última. Lo cual es de lamentar, porque las papeleras tienen tendencia, una vez colocadas, a desaparecer de la noche a la mañana. Un buen ejemplo es el Paseo Ribereño, en el que han desaparecido casi todas las que se colocaron tras su reforma y ampliación. Quedan los postes o los enganches, y no siempre, pero de las papeleras, ni rastro.
¿Qué ocurre con ellas? Me gustaría saberlo. Algunas, las menos, aparecieron un día rotas por los vándalos habituales del pueblo. Se retiraron, pero no fueron sustituidas. Otras, las más, simplemente ya no están. No sé qué ha pasado con ellas; me gustaría que alguien me lo aclarase. Me temo que algunas estén ahora en los campos de algunos desaprensivos que las hayan, literalmente, robado. Del paradero de las demás, ni idea. Por eso propongo que se investigue el caso, que se vigile para que no vuelva a ocurrir lo mismo con las papeleras que se están colocando ahora. Porque ya lo sabemos, pero por si acaso lo recuerdo: esas papeleras son nuestras, de todos, las pagamos entre todos, con nuestro dinero, y nos prestan un valioso servicio.
Aunque me temo que sólo con las papeleras no se va a conseguir que Cieza presente un aspecto decente. La limpieza de las calles ha mejorado, es evidente. El Ayuntamiento dedica buena parte de sus esfuerzos a ello. Pero si quienes vivimos en Cieza no colaboramos, me temo que aunque nos pongan un empleado de la limpieza a cada uno de nosotros, no habrá solución: Cieza estará sucia. Y es que cada vez veo más actitudes incívicas en muchos convecinos, que no tienen empacho en arrojar pañuelos usados, paquetes de tabaco vacíos, envoltorios de dulces o golosinas, latas y todo tipo de basuras al suelo. El peor ejemplo lo dan muchos padres y madres jóvenes que ante sus hijos pequeños tiran a la acera cualquier cosa que les sobre o les moleste, incluso aunque tengan una papelera, literalmente, al lado. Sus hijos van a aprender lo que sus padres les enseñan, y aunque los maestros de los niños intenten corregir por todos los medios estas malas costumbres, las niñas y los niños acabarán haciendo lo que sus padres les han enseñado o lo que les han visto hacer. Y si sus padres no quieren aprender civismo, pues me temo que habrá que realizar algún tipo de acción coercitiva, como la imposición de multas, que a veces tienen también un carácter educativo.
Hay otras costumbres, malas costumbres, que impiden que Cieza se presente limpia ante nuestros ojos. Por ejemplo, la de abandonar mobiliario o colchones ante los contenedores de basura. Ya sé que muchas veces están ahí a la espera de que la empresa encargada, ya avisada, los recoja. Pero otras veces simplemente se depositan en la calle sin habérselo comunicado a nadie, y allí se quedan durante días, y a veces hasta alguna semana, entorpeciendo la circulación de los viandantes, ocupando incluso plazas de aparcamiento (con lo escasas que son) y dando a nuestras calles un aspecto sucio y abandonado, casi tercermundista. No cuesta nada hacer una llamada telefónica para que retiren nuestros muebles y enseres, y si no tiene usted el número aquí se lo dejo yo: 968456322. Aún hay más. Los residuos de nuestras mascotas, como las mascotas mismas, son responsabilidad nuestra. Y parece que algunos de los propietarios de mascotas o no lo saben o pasan de asumir sus deberes. Y, como propietario de mascota, les digo a estas personas: no ensucien no sólo las calles, sino también nuestro buen nombre. Que resulta vergonzoso y desagradable para quienes tenemos un perro al que cuidamos y queremos que nos tilden de sucios y guarros porque otros no hacen lo que tienen que hacer, dando además a las calles un aspecto asqueroso. Han sido muchas las campañas que se han hecho desde el Ayuntamiento para que quienes somos propietarios de un perro no ensuciemos las aceras, intentando concienciar a los dueños o colocando pipicanes para que los residuos no se esparzan por todas partes. Pero en vista de que estas campañas y medidas tienen un alcance limitado y sólo mejoran la situación momentáneamente, y a riesgo de concitar la ira de algunos (o muchos) propietarios de mascotas, solicito a la autoridad que multe a quien deje sobre la acera los residuos de su perro. Y que no perdone las multas ni baje la vigilancia sobre el tema hasta que se haya visto un verdadero y continuado descenso de la suciedad por excrementos caninos, y que a la menor muestra de vuelta a las andadas renueve la presión sobre los infractores. Y a quien le parezca injusto o represivo, le digo: si usted cumple con su deber, si limpia los residuos que su perro genera para mantener la limpieza y no molestar ni perjudicar a sus vecinos, usted no tiene nada que temer; si por el contrario usted no recoge los excrementos, molesta a sus vecinos, ensucia las aceras y, en definitiva, no cumple con sus obligaciones cívicas y de buen vecino, pues aténgase a las consecuencias.
En definitiva: seamos buenos ciudadanos, alardeemos de civismo, seamos limpios. No hay nada que defina más a la gente de un pueblo o de una ciudad que la limpieza de sus calles, y tal y como están ahora las nuestras nuestra reputación queda a la altura del betún. Hágalo por usted mismo, pero también por los demás, por los que sí cuidan sus calles y su entorno, que tienen que sufrir la pésima consideración de quienes nos visitan sin ser ellos los culpables de la suciedad.